Archivo de 2 de enero de 2010

02
Ene
10

CLARICE LISPECTOR


CLARICE LISPECTOR

La felicidad clandestina:

(Nadia Battella Gotlib presenta la biografía de  Clarice Lispector )

La primera imagen que nos acerca a la figura de Clarice Lispector es la de una niña apoyada en una baranda, en el parque de Recife. Tiene nueve años, el pelo corto y es delgada, quizá frágil, aunque es posible que esa sensación se deba a la ropa que usa: un vestido sin mangas totalmente negro. Está de luto por la muerte de su madre. En otra fotografía aparece en todo su esplendor, con un moño que deja ver su cuello y la mirada, altiva y misteriosa, es la de una escritora que, a los 18 años, acaba de publicar una novela soberbia, inclasificable, que se ama o se odia: “Cerca del corazón salvaje”. En la última imagen llama la atención la postura encorvada, el vestido hasta más abajo de la rodilla, los párpados muy pintados y sus pies, grandes y descalzos, que parecen refrescarse en el piso frío del departamento. Está rodeada de plantas y Ulises, su perro, posiblemente sea el único acompañante.

(Publica El Mercurio)

Por Álvaro Matus

A esas alturas, principios de los setenta, Lispector ya sabe lo que es el reconocimiento, las traducciones, las invitaciones a congresos, si bien su actitud es la de una mujer incómoda o disconforme. ¿Con qué y por qué y desde cuándo? Estas son las interrogantes que busca despejar Nadia Battella Gotlib en “Clarice, una vida que se cuenta” (Adriana Hidalgo, 2007), hasta ahora la biografía más contundente de la escritora brasileña.

Tratándose de una mujer tan excéntrica, contradictoria y ensimismada -alguien la definió como «lisérgica»-, cualquier intento por develar sus secretos adquiere carácter épico. «Elegir la propia máscara es el primer gesto voluntario humano. Y es solitario», señaló Lispector. Ante una declaración semejante el lector tiene dos caminos: prescindir de cada una de sus declaraciones o, al revés, asumir que hay quienes necesitan colocarse una máscara para decir la verdad. Con ella se protegen, pero al mismo tiempo se sienten liberados. Nadia Battella Gotlib intuye que Lispector pertenece a esta última clase.

El enigma del nacimiento

Los padres de Clarice Lispector abandonaron Ucrania después de la victoria de los bolcheviques, en medio de un clima de inestabilidad económica y constantes persecuciones a los judíos. Clarice nació en el trayecto, en una pequeña aldea llamada Tchechelnik, y se supone que llegó a Brasil a los dos meses. Battella Gotlib, rastreando las informaciones sobre los barcos que arribaron en esa época, se inclina a pensar que fue en 1922, si bien existía cierto consenso en que la fecha de nacimiento es 1925. Lispector, además, mencionaba 1921, 1926 y 1927.

Desde el comienzo entonces la escritora aprovecha los vacíos para ir borrando sus huellas, para fabricarse un personaje a su medida. Respecto a la ocupación del padre, por ejemplo, era frecuente que cambiara su actividad: vendedor de telas, agricultor, representante de firmas comerciales.

Lo que aflora con total evidencia es que desde pequeña se sintió abandonada. Y la razón es clara: su madre padecía una parálisis progresiva, por lo que toda la casa giraba en torno a los cuidados que requería. Clarice se entretiene leyendo, contando historias y jugando con los animales. «Yo a una gallina la entiendo perfectamente -aseguró-. Quiero decir, la vida íntima de una gallina, yo sé como es».

Al diario de Recife envía sus primeros cuentos, que eran rechazados porque nunca contaban una historia a la manera del «Había una vez…». Eran emociones, sensaciones, divagaciones íntimas. Una suerte de matriz que con el tiempo alcanzaría su esplendor en La manzana en la oscuridad, El libro de los placeres o Agua viva, por nombrar tres libros que escapan a cualquier clasificación de género. Según César Aira, más que cuentos, novelas o crónicas, sus textos son «travesías de la conciencia por la escritura, lentas, a veces estáticas, despreocupadas de todo efecto de relato».

Joyce, Woolf y Lispector

Tras la muerte de la madre, en 1930, la familia se trasladó a Río de Janeiro, donde Lispector completa su educación escolar, estudia leyes y da sus primeros pasos en el periodismo. También lee todo lo que cae en sus manos: sus ídolos son Hesse, sobre todo El lobo estepario, y la cuentista neozelandesa Katherine Mansfield. Poco antes de casarse, en 1943, escribe su primera novela, Cerca del corazón salvaje (1944), sobre una mujer seducida por el mal: miente, roba, se interesa por «las historias terribles de los dramas en los que la maldad era fría e intensa como un baño de hielo».

La reconstrucción del arranque de la carrera literaria y el posterior seguimiento, libro a libro, es la mayor fortaleza de esta biografía que acierta en no ligar a Lispector con la literatura feminista. Se trata únicamente de Literatura, con mayúscula. Battella Gotlib se sumerge en cartas, crónicas, entrevistas y testimonios de familiares y amigos para tejer un denso tapiz en el que vida y obra resultan inseparables.

Hoy se asume naturalmente que Lispector desciende de Virginia Woolf, Faulkner y Joyce, pero en su momento la escritora no reconoció dicha influencia, asegurando que no los había leído. En el caso de los dos primeros, pase, pero el título mismo del libro está tomado del autor de Ulises: «Estaba solo. Abandonado, feliz, cerca del corazón de la vida», escribió Joyce. Como sea, la novela dividió a la crítica, pues rompe con cualquier noción de trama o desarrollo dramático. Lispector jamás perdonaría a Álvaro Lins, quien poco menos que la trató de representante comercial del monólogo interior en Brasil.

En esos años la escritora vive en Nápoles, así que toda la discusión se produce por cartas que viajan lentamente, aumentando así la ansiedad. Lispector, casada con un diplomático, se trasladaría luego a Suiza, donde escribe La ciudad sitiada (1949) y posteriormente a Estados Unidos. En total pasa 16 años en el extranjero, sometida a una vida social exasperante: «En todo este mes de viaje, no he realizado nada, ni leído, ni nada. Soy completamente Clarice Gurgel Valente». Define la vida diplomática como una larga tarde de domingo que la está apagando, deprimiendo, erosionando. «¿Has visto como un toro cansado se transforma en buey?», pregunta en una misiva.

En Nueva York escribe cuentos con la máquina en la falda, sentada en un sofá, con los niños jugando alrededor. El libro Lazos de familia (1960), sin embargo, así como La manzana en la oscuridad (1961), deben esperar más de cuatro años para verse publicados. Paulo Francis, amigo de la autora, explica que ella tenía un nombre, aunque «los editores le huían como una plaga, porque representaba la realidad a fogonazos, indirecta e instintiva».

Lazos de familia contiene algunos de sus mejores relatos, como «El crimen del profesor de matemáticas», «Amor» y «Feliz cumpleaños». En apariencia, los personajes aceptan el curso de la vida familiar sin mayores cuestionamientos, hasta que un suceso inesperado -el encuentro con un ciego, el silencio del esposo, la muerte de un perro- les provoca un temblor tan inquietante como placentero: la felicidad es siempre clandestina.

De regreso en Brasil

Las falencias de Clarice, una vida que se cuenta se hacen sentir cuando la autora regresa a su país y, a los pocos meses, se divorcia. Battella Gotlib no entra en el drama que significó la separación (Lispector incluso afirmó que era «el dolor más grande de mi vida») ni en las causas que la motivaron. Las cartas que Maury Gurgel Valente le envía a Clarice parecen puestas para demostrar su arrepentimiento, pasando por alto la insinuación de posibles infidelidades y de unas cartas que le provocarán a ella «rabia y escarnio». La biógrafa se limita a subrayar la incompatibilidad de caracteres a la hora de asumir la vida diplomática. Tampoco entrega mayores detalles sobre la relación de Clarice y su hijo mayor, enfermo de esquizofrenia, o de una tardía adicción a los tranquilizantes.

En esta biografía las fichas están puestas en las dificultades de la carrera literaria. En varios pasajes el reconocimiento de su obra, que se afirmó justamente en los sesenta y setenta, es visto como un modesto premio de consuelo.

“La pasión según G.H.” (1964), la historia de una escultora que se come una cucaracha porque descubre en ella «la identidad de mi vida más profunda», obtiene elogios unánimes. Y “Agua viva” (1973) confirma que Lispector narra desde una perspectiva desplazada: sus personajes no saben lo que ocurre, pero no por eso dejan de contar lo que están sintiendo. Otros libros suyos se reeditan y traducen al francés, español e inglés.

Contra lo que podría pensarse, para sobrevivir Lispector debe echar mano al periodismo, escribiendo columnas en Jornal do Brasil y, en otros medios, participa en las secciones femeninas con diferentes seudónimos. Como Helen Palmer da consejos para evitar la excesiva transpiración y llama a no arredrarse pasados los cuarenta. Entre 1960 y 1961 inventa a una artista de cine y modelo que sentencia: «La belleza no se improvisa. Tú misma puedes crearla».

Entre broma y broma -entre máscara y máscara- la verdad se asoma: «Prefiero que salga una buena foto mía en el diario que un elogio», escribió en 1969. Tres años antes, Lispector había sufrido graves quemaduras por quedarse dormida con un cigarro prendido.

Como siempre, la vejez es brutal. Lispector declara una y otra vez que la fama la agobia. Su carácter se vuelve irritable. A Olga Borelli, quien estuvo a su lado en la etapa final, le confiesa que su vida carece de rumbo. Con todo, lectores anónimos la llaman para contarle su vida y Cortázar manda decir que quiere conocerla. «¿Será que estoy de moda?», se pregunta en un cuaderno.

Incómoda por el «mito Clarice», da entrevistas para decir que lleva una vida normal, que su máxima alegría fue criar a sus hijos, que está arrepentida de cada uno de los libros que escribió. Frases que combinan la buena crianza con la ironía y, por qué no, con el desprecio hacia la banalidad. Clarice Lispector nunca perdió el humor ni el misterio. Al final todo parece un juego coqueto, como cuando cambiaba la fecha de su nacimiento. Enfurecida, un día antes de morir, le dijo a su enfermera: «¡Usted mató a mi personaje!».

02
Ene
10

ESCRIBIR O MORIR


 
ESCRIBIR O MORIR
(Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Siempre sentí que me era preciso escribir, pero expresarme a través de la escritura es un ejercicio en extremo íntimo y profundo, siempre fue algo que ejercí como un ritual mágico y secreto, que requirió un afán inquisidor y liberador de mis propias presiones, un proceso extraño de todo cuanto sentía rebasarme, de todo lo incomprensible, ignoto y cabalmente desconocido, que no tiene un nombre o no cabe en las palabras conocidas y descubiertas. Nunca lo he logrado traducir del todo, sólo quizás intentándolo me habré aproximado a plasmarlo, será por ello el desasosiego de alguien que como yo escribe o lo intenta con cierta frustración. Hay mundos que no alcanzan a plasmarse en las pocas letras de un alfabeto, sentimientos y emociones que escapan y son ajenos a las letras, que en verdad no se escriben ni deberían escribirse jamás tal vez, porque no existen allí, su frecuencia es otra, son como ondas disímiles, una suerte de música sin letras que lo llena todo, como el silencio. A menudo me he quedado corta, poco experta y extrañamente cicatera, merodeando entre la A y la Z, sin éxito, ansiando redondear “aquello“ que está en alguna parte y me perturba, cuyo lenguaje y forma de expresión me es vedado tal vez como castigo.

La metanarración me parece algo más íntima porque parece estar basada en alguna experiencia directa, pero no obstante, en casi todo lo autodiegético parece existir un ego desmesurado, por eso inventaría Greimas a los actantes, por eso estarán tal vez las “voces narrativas”, ese deseo de enmascararse, de envolver y refractar la propia imagen, una fuerte voluntad de ocultamiento, una fuga perpetua y un deseo que tras el anonimato abarque una especie de enclave común con un algo universal y más afín a un todo. Será por todo esto que huyo de las particularidades sin sustancia o las que simplemente no alcanzo a desmenuzar de este modo.

Sospecho que a casi todas las que pasamos de los 40 nos dice algo un flashback literario, porque podemos empezar a creer que “existe”, aunque sepamos sea meramente literario, porque podría abarcar una conciencia común de algo que también hemos vivido, conocemos o es verdad; no obstante, la temporalización prospectiva de un Flash-Fordward, o una prolepsis que mira hacia delante, nos puede llegar a parecer algo más fantástica, por las miles de formas posibles de resolución de una realidad futura. Creo que nuestro lado oscuro es capaz de iluminarse cuando se produce una instancia reflexiva, vale decir una especie de flashback. De allí a la infinidad de digresiones a las que se pueda llegar al escribir algo, es un mundo. Humanamente un Flaubert o un Balzac nos parece más íntimo y personal que un Asimov o un Bradbury, unos padecen y tienen carne y otros parecen sobrevivir y tener que adaptarse en nuevas construcciones futuristas y ser de latón o de cartón piedra, donde se mueven cosas más singulares y ajenas a lo que nos es común. Infiero de ello todo cuanto entraña la noble tarea de la escritura: lo creíble, lo increíble, lo que parece tener impresa nuestra huella y ese algo escrito en nuestras venas, en nuestro código genético y venir de nosotros mismos y que aún siendo singular y único es capaz de ser común a todos.

El escritor Enrique Vila-Matas dice: “Escribir es desposeerse, un morir sin detención posible”. Y ¿por qué no un vivir o revivir constante?, creo es un reinventarse a sí mismo muchas veces, un intento de revivir lo ya vivido, de perpetuar el artilugio de una memoria emocional asimilada, un ejercicio de repasar lo almacenado, siempre y cuando se refiera a nuestra realidad, con toda su carga estructural o conjunto de emociones posibles y rescatables.

Nunca quise publicar nada, de hecho jamás escribí para otros que no fuese yo misma, los relatos cortos me los escribí y narré a mi misma en una etapa creativa de evasiones y extravíos, los Stream of Concienciousness, psiconarración o monólogos interiores, me sirvieron posiblemente para vagar por otros mundos, o por manicomios, donde yo era una simple espectadora y pisaba con miedo alguna estrella roja y marciana, donde los bulevares y mis corredores estaban flanquedos de estrellas lejanas que jamás llegaría a coger, pero me dieron la idea de estar viajando en alguna alfombra misteriosa y mágica, sobre todo a estar lejos de mi misma y esa otra realidad, aspirando permanecer quizás en alguna bella infelicidad.

Como terapia bien, de modo que fui perdiendo el caparazón de un Gregorio Samza, para ir dejando los pudores y las vergüenzas, hasta llegar a contradecirme e ir sacando las tintas de calamar y los rubores, hasta sucumbir en la fácil blogosfera del Cyber espacio de los Ínter nautas. Increíble pero cierto. ¡Cosas de la vida!.

Barcelona 28 de mayo de 2008
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02
Ene
10

LA PASIÓN


LA PASIÓN
(Cristina Peri Rosi)

Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos, fotos, libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.

«Babel bárbara» 1991

02
Ene
10

CUANDO ABRÍ MI CORAZÓN


CUANDO ABRÍ MI CORAZÓN
(Alcira Cardona Torrico)

Cuando abrí mi corazón, había dentro
un dios llagado;
le vi caer por la mejilla izquierda
hasta romper la luz
y estremecer la tierra.

Cuando abrí mi corazón,
estaba un olivar quemándose entre dos rayos.
Percutía el puño de los huecos
y blandía sus brazos al estrago.

Cuando abrí mi corazón,
las fraguas ya no ardían,
pero el duro golpear de los hierros
arrastraba
estruendos carcelarios y suspiros.

Cuando abrí mi corazón,
el poema, vio descarnado el rostro de la guerra,
de sus labios cayeron los adioses,
hubo temblor de noches
y silencioso huir de las estrellas.

Cuando abrí mi corazón, quedaban el duelo,
la carcoma, el polvo
y las últimas palabras sin encuentro;
con ojos en la sombra sumergidos
los insomnes recuerdos
girando en el vacío.

¡Cuando abrí mi corazón,
las lágrimas del mundo habían crecido…!

02
Ene
10

PUT TO BLAME ON MAME


«PUT TO BLAME ON MAME»
(Échale la culpa a Mame) Y
«AMADO MÍO»
(Rita Hayworth en GILDA)

Un vídeo estupendo con dos temas de esta Diva divina del glamour, del Cine de la Época de Oro: Rita Hayworth en su maravillosa película GILDA, una de mis grandes favoritas. «Échale la culpa a Mame» viene de emular a una actriz y cantante francesa de la época, famosa por quitarse la ropa al final de sus actuaciones, tipo Strip tease. El co-protagonista de esta película es el actor canadiense  Glenn Ford (Johnny Farrel). La famosa cachetada que Farrel le propina a Gilda es propia de antología. Me encanta cuando Gilda interpreta «Put to Blame On Mame» con su guitarra y el cantinero la mira absorto, ante el gran enfado que propicia en Farrel, que se levanta iracundo. Recomiendo este gran clásico del Cine de Oro, diversión asegurada.

02
Ene
10

EL HOMBRE QUE PERDIÓ EL PARAÍSO


 

EL HOMBRE QUE PERDIÓ EL PARAÍSO
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Al amanecer la luz que se filtraba por la ventana hirió los ojos de Gian Cusack, éste se los restregó repetidas veces con el índice y su primera mirada se posó en el ventanal de cortinas de tul, sintió su propia vida tan enrarecida y carente, su mundo personal parecía detenido, tan inerte, casi como su misma estructura corpórea, a pesar de ser él un hombre de buena salud y andar en buen estado físico. No, no habría nada que temer para un hombre organizado, sus asuntos mundanos allá afuera andaban sobre ruedas.

Cusack se paseo por la casa y se alegró de saber que aquel día estaría solo, el hombre que cuidaba de sus asuntos domésticos y que hacía las veces de mayordomo, chofer y hortelano, tenía el día libre y a nadie más que a él le agradaba tanto la complacencia en soledad y aquella permanencia lejos de cualquier tumultuoso ruido. Se acercó hacia el espejo del salón principal y se vio en verdad tan distinto, se palpó con ambas manos su rostro extraño y macilento, por unos instantes no pudo y tampoco quiso convencerse de sí mismo; pero, no sería fácil negarse. Luego erró de arriba abajo. Aquella soledad distaba de ser una especie de aburrimiento, pues solía procurarse siempre de alguna forma que distrajera sus horas vacías, sin duda había aprendido bien a manejar su propio mundo; se podría decir que, creía haber logrado asumir los controles de su propia vida a fuerza de silencio y ecuanimidad.

Por la tarde se hundió en su sillón albazano, aquel predilecto de sus horas, se complacía sobremanera en aquella actitud de pensante vaguedad o condescendiente desconsuelo, que para él venía a ser el final de cualquier circunstancia, una especie de panacea dulce y anestesiante, para cualquiera de sus males y contentos. Tenía la aparente afección de gustar de aquel aspecto gris y desértico de la vida, en verdad, nada más falso y nadie más manifiesto en sociedad y asuntos festivos. Su vida: una aparente ficción o el mero resultante de haber aprendido a vivir en dos mundos, el suyo y el de los demás y es que todos no se ven en igual circunstancia, aprender a repartirse entre dos mundos, como Gian Cusack. Mientras más rico su propio mundo interior, más divisiones que conciliar y guerras interiores que vencer. Pero lo peor de todo no era eso para él.

Aquel veneno que mataba a diario a Gian Cusack al mirar la ventana de su alcoba, eran aquellas lagunas mentales que había aprendido bien a hacer en sus pensamientos, por dolorosos, lancinantes o felices párrafos de su vida pasada. Cusack, había llegado a ser casi un experto en interpolaciones de pensamientos, en yuxtaposiciones y castración de ilusiones, había dejado de soñar despierto, los días felices y las amarguras, no tenía ciertas memorias pasadas, por temor a sufrir y ya no se alimentaba una parte importante de sí mismo, de pronto era como si la mecha de su mente, se hubiese apagado por falta de fuego, de quimeras y sueños; y aunque vivía en la cuidad, en su casa y en su cuerpo, empero estaba muerto en espíritu. Sus temores se tornaban espantosos al pensar en sufrir, quizás por conocer el derrumbe de sus castillos de naipes. Las vicisitudes de la vida lo habían vuelto así…Y es que Cusack había llegado a soñar la vida y el amor demasiado bellos, quizás muy alto. De iluso soñador empedernido y creyente hombre de fe, pasó a ser el pesimista y desconfiado hombre sin destino etéreo.

Sí alguien le proponía un negocio de éxito seguro, lo rechazaba de plano, si le hablaban de ángeles en las estrellas, aunque los viera aguardando sus sueños, no lo creía, si en cualquier juego de la vida, estaba en sus manos la victoria, la incredulidad y la duda lo hacían perder; si el amor estaba a un paso, de pronto le acometía la idea de sus acostumbradas interpolaciones mentales, quienes le decían que ya nada feliz podría ocurrirle, entonces les daba la espalda sin dar el paso. Cusack ya no creía en nada ni en nadie, cualquier barrunto de suerte y felicidad, se hacían para sí una sonrisa incrédula y una mueca de escepticismo.

Para Cusack al amanecer, el ventanal de su alcoba ya no le decía nada, ya no sería el presagio feliz de otro día, un día nuevo, porque se hallaba mutilado y sin alas, la esperanza no hacía más vaivenes optimistas en su cabeza y lo peor; no podría soñar felicidades futuras, sin verse preso de fantasmas burlándose de él.

El ventanal, aquel naciente ventanal de sus mañanas, ya no podía ser visto sin amargura, no hacía más castillos porque se le derruían antes de empezar a edificarlos, su presente ya no podía ser pre-fabricado, ni hilvanado en los canales secretos de su mente, mientras el destino lo dejaba errar sin que tuviese opción de elegir su presente, y así inevitablemente los hilos superiores se cortaban y su fe se desvanecía en aras de la dubitación y el peligro.

Aquella tarde del domingo, sin proponérselo Cusack, se había adormecido con profundidad en su sillón favorito, de pronto se sintió vagar muy lejos de allí, hacía aquellas fronteras prohibidas por él mismo, atravesó un túnel complicado y brumoso, pero aún así, se sintió liviano y pronto se vio emergiendo en sueños por un obturador y un flash luminoso lo llevó hacía alguna resplandeciente divinidad, quien le dio la bienvenida diciéndole que estaba en el paraíso, allí él volvió a ser más Gian Cusack que nunca, el escepticismo le podía, ya estaba acostumbrado y se rió incrédulo. No creyó y perdió el paraíso. Gian Cusack había muerto.

Trujillo, 31 de octubre de 1979.
Del Libro: «Relatos de Extravío»
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02
Ene
10

AUSENCIA


AUSENCIA
(Gabriela Mistral)

Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se va todo, se nos va todo!

Se va mi voz que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, delante de tus ojos.
Y se te va la mirada, el enebro y el olmo.

Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuera y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos.

¡Se nos va todo, se nos va todo!.

02
Ene
10

VERGÜENZA


VERGÜENZA
(Gabriela Mistral)

Si tu me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajo el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje el río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas.
Ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oiste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan,
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano…

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y háblame con ternura,
que ya mañana al descender al río
la que besaste llevará hermosura.

02
Ene
10

CARTA DE AMOR A UNA AMIGA


CARTA DE AMOR A UNA AMIGA
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Los domingos y los mayos me traen felices remembranzas del día de las madres, y es imposible que los vaivenes de mi memoria no logren fijarte, que yo no alcance a sentir lo que siempre sentí por ti, que mi memoria celular y estrictamente emocional no me impulsen a pensarte.

Te dejé un buen día, creyendo que nos volveríamos a ver muchas veces más, que mis regresos al hogar paterno iban a ser motivo de mutuas algarabías, que volvería a sentir la piel de tus mejillas al darte mis besos felices por volverte a ver, que estrecharía tu ser entre mis brazos para volverte a querer inevitablemente…pero no pudo ser. Aún recuerdo nuestra última despedida, me regresé  a besarte y a decirte adiós, cuando el coche de Tito se detuvo a media calle, porque por suerte deseó pasarle un trapo al polvo del parabrisas y yo volví a bajar y a despedirme de ti, que estabas de pie junto a la puerta de casa. ¿Cómo íbamos a saber tú y yo que esa era nuestra despedida final en esta vida y  para siempre?.

En días puntuales todavía estas tan viva para mi, todavía te pienso y recuerdo en tus faenas de casa y en tus trabajos intelectuales, escribiendo apasionada los libros que jamás te interesó publicar, leyendo tus libros y revistas del mundo Hollywoodense, porque te apasionaba el cine de la Época de Oro y al que tus hijos aprendimos a querer y a gustar casi como tú. ¿Cómo no recordarte por cualquier detalle?, porque amabas raramente a esta humanidad, porque te preocupaste del prójimo antes que de ti misma, porque le reñías a papá si iba  despreocupado al andar, ocupando gran parte de la vereda, que tú decías era también  de los demás, porque siempre tuviste ese extraño misticismo y esa conciencia por el prójimo y siendo tan grande, parecía que anhelaras ser transparente, no tener notoriedad, ni anhelar figurar por nada, ni ante nadie; ni cuando nos contaste sacaste el mayor puntaje de Ingreso en tu Universidad y en todas las carreras tu puntaje fue el más alto y el rector te felicitara ante toda una concurrencia congregada de alumnos que escuchaban las congratulaciones, sí, cuando tu hubieses deseado desaparecer de allí, por modesta.

Eras demasiado para este género humano, así lo pensaba y creo yo, todos te lograban querer con gran facilidad, todos quienes te conocieron sintieron gran simpatía por ti, por la alegría que contagiabas, por el gran amor y entrega que dabas a todos, por tu gran luz, tu increíble inteligencia y la serena belleza de tus facciones y tu genio dulce y suave. A veces creía que no eras de este mundo, que seres así no nacían ya, siendo frágil como una paloma eras increíblemente fuerte para la vida. Tenías la virtud que ahora se estudia y analiza en una Madre Teresa de Calcuta, pero hay algunas anónimas como tu y eso es lo grande y misterioso de esta vida.

Cuando estuve lejos de ti y tu cabello se fue destiñendo y haciendo muy  blanco, no lo podía creer, aún eras tan joven y tan radiante para mi,… un sol,  tu belleza serena y sabia reflejaba tu paz, tu equilibrio, toda tu armonía, que me sentí culpable a veces de estar lejos de ti, de haberme ido de tu lado y haberte  “abandonado” como una chiquilla malcriada y traviesa, siendo tú mi gran amiga y cómplice…Yo te seguía sí, porque eras mi enciclopedia andante, porque me iluminaba tu ser, porque fuiste todo lo bello y lo grande que necesitaba tener y yo fui dichosa por estar cerca de ti, por conocerte y aprender de ti. Añoro nuestras charlas y disertaciones profundas y filosóficas sobre la vida, tu risa contagiante y tus graves silencios.  Me quedan cortos los domingos de este mayo para pensarte y rememorarte.

Ahora ya a través del tiempo y las aguas, aunque sólo nos restara evocar lo que fuimos y nos dejaste, no puedo dejar de agradecerte y sentirme mal por haber estado lejos de ti cuando te ibas, cuando en tus últimos estertores de vida siendo aún conciente —porque te fuiste lentamente— pensaste en tus hijas lejanas, pero tan cercanas a tu corazón,  en  tu lecho de hospital y de dolor, y nos  enviaste tu despedida cifrada y muda,  imposible ya de ser dada en esta realidad comunicada de fax, teléfonos e Internet. Paradojas del destino. Hoy es  cuando te volvería a dar mis besos y mi amor una vez más.  Si la felicidad existe, yo le llamaría a mi vida contigo, así.

Barcelona 11 de mayo 2008.

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02
Ene
10

MYSTICA


MYSTICA
(Gato Barbieri)

Este es un gran músico argentino e internacional, autor del tema «El último tango en París» y otros más, famoso del Smooth Jazz y con una sensibilidad especial para la música. Comparto su música increiblemente bella.

02
Ene
10

FELICIDAD CLANDESTINA


 

FELICIDAD CLANDESTINA
(Clarice Lispector)

Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía eramos chatas. Como si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historietas le habría gustado tener: un padre dueño de una librería.
No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del padre. Encima siempre era un paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus puentes más que vistos.

Detrás escribía con letra elaboradísima palabras como «fecha natalicio» y «recuerdos».

Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda ella era pura venganza. Cómo nos debía odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonablemente monas, altas, de cabello libre. Conmigo ejerció su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban.

Hasta que le llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como al pasar, me informó que tenía El reinado de Naricita, de Monteiro Lobato.

Era un libro gordo, válgame Dios, era un libro para quedarse a vivir con él, para comer, para dormir con él. Y totalmente por encima de mis posibilidades. Me dijo que si al día siguiente pasaba por la casa de ella me lo prestaría.

Hasta el día siguiente, de alegría, yo estuve transformada en la misma esperanza: no vivía, flotaba lentamente en un mar suave, las olas me transportaban de un lado a otro.

Literalmente corriendo, al día siguiente fui a su casa. No vivía en un apartamento, como yo, sino en una casa. No me hizo pasar. Con la mirada fija en la mía, me dijo que le había prestado el libro a otra niña y que volviera a buscarlo al día siguiente. Boquiabierta, yo me fui despacio, pero al poco rato la esperanza había vuelto a apoderarse de mí por completo y ya caminaba por la calle a saltos, que era mi manera extraña de caminar por las calles de Recife. Esa vez no me caí: me guiaba la promesa del libro, llegaría el día siguiente, los siguientes serían después mi vida entera, me esperaba el amor por el mundo, y no me caí una sola vez.

Pero las cosas no fueron tan sencillas. El plan secreto de la hija del dueño de la librería era sereno y diábolico. Al día siguiente allí estaba yo en la puerta de su casa, con una sonrisa y el corazón palpitante. Todo para oír la tranquila respuesta: que el libro no se hallaba aún en su poder, que volviese al día siguiente. Poco me imaginaba yo que más tarde, en el curso de la vida, el drama del «día siguiente» iba a repetirse para mi corazón palpitante otras veces como aquélla.

Y así seguimos. ¿Cuánto tiempo? Yo iba a su casa todos los días, sin faltar ni uno. A veces ella decía: Pues el libro estuvo conmigo ayer por la tarde, pero como tú no has venido hasta esta mañana se lo presté a otra niña. Y yo, que era propensa a las ojeras, sentía cómo las ojeras se ahondaban bajo mis ojos sorprendidos.

Hasta que un día, cuando yo estaba en la puerta de la casa de ella oyendo silenciosa, humildemente, su negativa, apareció la madre. Debía de extrañarle la presencia muda y cotidiana de esa niña en la puerta de su casa. Nos pidió explicaciones a las dos. Hubo una confusión silenciosa, entrecortado de palabras poco aclaratorias. A la señora le resultaba cada vez más extraño el hecho de no entender. Hasta que, madre buena, entendió a fin. Se volvió hacia la hija y con enorme sorpresa exclamó: ¡Pero si ese libro no ha salido nunca de casa y tú ni siquiera querías leerlo!

Y lo peor para la mujer no era el descubrimiento de lo que pasaba. Debía de ser el horrorizado descubrimiento de la hija que tenía. Nos espiaba en silencio: la potencia de perversidad de su hija desconocida, la niña rubia de pie ante la puerta, exhausta, al viento de las calles de Recife. Fue entonces cuando, recobrándose al fin, firme y serena le ordenó a su hija: Vas a prestar ahora mismo ese libro. Y a mí: Y tú te quedas con el libro todo el tiempo que quieras.

¿Entendido? Eso era más valioso que si me hubiesen regalado el libro: «el tiempo que quieras» es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer.

¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que no dije nada. Cogí el libro. No, no partí saltando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo.

Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si yo lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire… había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada.

A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo. No era más una niña con un libro: era una mujer con su amante.

02
Ene
10

RAZÓN DE VIVIR


 

RAZÓN DE VIVIR
(Tania Libertad)

Famosa cantante de origen peruano que radica en México (agregada cultural del Perú en México) es muy respetada por su trayectoria artística, ha cantado con grandes figuras internacionales de la música y tiene 37 álbumes en su haber. De una voz increible y maravillosa. Compartimos su música preciosa.

02
Ene
10

PRIMAVERA RESCATADA


 

PRIMAVERA RESCATADA
( Por. Gina Martínez-Vargas Araníbar)

El gradiente se acentúa, todo se va tiñendo de colores más vivos, el equinoccio del verano se barrunta cercano, las primeras modorras y los primeros cansancios y sopores hacen mella en nosotros, el sol es preciso e imponente, pródigo y abrasador a veces. Se ha puesto la primavera, ya lo decía yo: ¿Cómo llegar a conjugarla conmigo, con mi suerte, con mis oscuros matices, no será que yo también, como lo decías tú mi amigo napolitano, me he equivocado de estación?. No, pero allí está, imponiéndonos su canto, su mensaje, su color, su calor, su peso, su profusa presencia arrolladora, como se dice, alterándonos la sangre, envolviéndonos acaso en su abrazo tenue, inadvertido, cautivador, invitándonos a dejarnos envolver en su fluir vivificante, arrancándonos de ese sopor profundo y aletargado más propio del invierno y guiándonos con instinto sabio de la naturaleza hacia una suerte de florecimiento natural, de mutación, de cambio de traje y color, a sustituir nuestra carencia de serotonina en el cerebro, por esos componentes químicos que necesita nuestro ser para ser más felices, esa especie de Prosac natural e interior que al parecer está influido por el medio ambiente también. Una vez más la primavera se genera igualmente dentro de nosotros con el propósito de activarnos el potencial de la renovación y nos demuestra que el instinto de conservación en los seres vivos, no excluye al hombre en su proceso de cambio.

Los fines de semana me levanto muy tarde, antes de darme un baño o tomar el desayuno muy tranquilamente, ojeando las páginas del diario matutino “La Vanguardia”, ya el arrullo y el canto tenaz de las golondrinas apostadas bajo la cornisa de mi edificio, me han despertado, pero es imposible culpar a esa pródiga naturaleza de sacarme de mi sueño de inconciencia y pesadez; es imposible siquiera culpar a esas frágiles criaturas cantarinas de ser felices, de anunciarme otra mañana, otra primavera fértil y naciente, otra casualidad del existir, de dejarme la incógnita de la vida por redescubrir; entonces me siento más feliz por contagio, abro mis ventanas, y recuerdo una de las reglas vitales del alquimista Paracelso, respirar profundamente al aire libre o asomada a una ventana y así transito con cierto aire de vitalidad en el nuevo día. Dado que el imperativo me invita a trasmutar cualquier pesadumbre o problema, yo, presa de una cierta indolencia y docilidad me dejo llevar por ese fluir de la vida sin resistirme siquiera a seguir viviendo, olvidando los dolores, desengaños, desamores y demás singularidades que de un modo u otro obstaculizan nuestra felicidad y recordando también el sugerente título del libro del escritor español Alejandro Casona: “Prohibido suicidarse en Primavera”. Y me digo, que la vida es sabia y está llena de un gran misterio.

Hace unos pocos años dejé la ciudad de Barcelona en busca de una mayor calidad de vida y salí hacia extramuros, me compré un piso amplio y bonito, para los pocos que estaríamos en casa, con muchas ventanas y luminoso, pero lo más atractivo del mismo eran sus maravillosas e irresistibles vistas, unos campos verdes que se cubren de amapolas rojas en primavera, unos árboles y a lo lejos una visión maravillosa y nevada, —sobre todo en invierno— de los pirineos catalanes, para mi extasiante, más si al frente no tengo construcciones, ni las ventanas de unos vecinos fisgones, ni cordeles con ropa colgada, ni bullas, ni voces molestas que incomodan, ni el tráfago citadino de los coches, sino las vistas de estos campos verdes como campos de golf, que se cubren de amapolas rojas en mayo e inspiran paz, sosiego, tranquilidad, ideal para leer, para pensar, para sentir el silencio e incluso el cantar de las golondrinas, alborotadas y felices cada mañana.

Puestos a pensar, todo de la primavera es medicinal, dios no quiso que nos equivocáramos de estación, no, quizás nos equivocamos de personas, de no poder vivir ciertos sucesos, de seguir senderos errados, de tomar alternativas opuestas a las debidas, quizás; no obstante y con todo, el fluir natural sigue su curso y nos guía. La clave: dejarnos guiar por las señales.

Barcelona 04 de mayo de 2008.

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02
Ene
10

LAS SIETE REGLAS DE PARACELSO


LAS SIETE REGLAS DE PARACELSO

1. LO PRIMERO ES MEJORAR LA SALUD
Decía que para ello hay que respirar profunda y rítmicamente al aire libre, llenando bien el abdomen. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más completo posible, evitar el alcohol, el tabaco y la automedicación, así como bañarse diariamente.

2. DESTERRAR ABSOLUTAMENTE DEL ESTADO DE ÁNIMO, POR MÁS MOTIVOS QUE EXISTAN, TODA IDEA DE PESIMISMO, RENCOR, ODIO, TEDIO, TRISTEZA, VENGANZA Y DE POBREZA.
O sea, para ello debe huirse, como de la peste, de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas, vulgares, o que la base de sus ocupaciones y conversaciones sean tópicos no éticos ni morales. Esta regla es de importancia decisiva, por cuanto se trata de cambiar la contextura espiritual del alma. La suerte no existe y el destino depende de los propios actos y pensamientos.

3. HACER TODO EL BIEN POSIBLE
Esto es, auxiliar a todo desgraciado siempre que se pueda, pero jamás tener debilidades por ninguna persona. Cuidar las propias energías y huir de todo sentimentalismo hueco.

4. OLVIDAR TODA OFENSA, MÁS AÚN: ESFORZARSE POR PENSAR BIEN SIEMPRE
Por ejemplo, todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior. Hay que destruir todas las capas superpuestas de viejos hábitos, pensamientos y errores que enmascaran la profunda esencia del ser, que es perfecta.

5. RECOGERSE TODOS LOS DIAS, POR LO MENOS MEDIA HORA, EN DONDE NADIE PUEDA PERTURBAR
Explica que eso fortifica enérgicamente el cerebro y pone en contacto con las buenas energías. En ese estado de recogimiento y silencio, suelen surgir a veces ideas luminosas, que con el tiempo uno se llega a percatar que fueron un elemento fundamental para la solución de problemas. Y es que ellas brotan de esa dimensión profunda y honda del ser humano a la que Sócrates llamaba daimon.

6. GUARDAR SILENCIO DE TODOS LOS ASUNTOS PERSONALES
O sea, abstenerse, como si se hubiese hecho un juramento solemne, de referir a los demás, todo cuanto se piense, se oiga o se descubra, hasta tanto se verifique, compruebe o se tenga la completa certidumbre.

7. JAMÁS TEMER A LOS SERES HUMANOS, NI QUE INSPIRE SOBRESALTO LA PALABRA “MAÑANA”.
Decía Paracelso, que cuando el alma está fuerte y limpia, todo sale bien. Jamás creerse solo, ni débil. El único enemigo a quien se debe temer es a uno mismo. El miedo y la desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas energías y con ellas el desastre. Si se estudia atentamente a las personas triunfadoras, se verá que intuitivamente observan gran parte de las reglas que anteceden. Por otro lado, la riqueza no es sinónimo de dicha. Puede ser uno de los factores que conduzcan a ella, por el poder que ofrece para hacer buenas obras; pero la dicha más duradera solo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es egoísmo. Jamás debe quejarse uno de nada, hay que dominar los sentidos; huir tanto de la autocompasión como de la vanidad. La autocompasión sustrae fuerzas y la vanidad las paraliza.

Paracelso.

02
Ene
10

HAVANA


HAVANA
(KENNY G)

Mal escrito (Habana), pero un excelente tema del gran músico y saxofonista norteamericano Kenny G, uno de mis favoritos del Smooth Jazz, y uno de los grandes y respetados saxofonistas del mundo, con grandes temas en su haber. No será el primero que presente de él aquí. Las imágenes del vídeo son  sencillamente preciosas y sublimes. NOTA: SI NO OYES EL TEMA PINCHA EL ENLACE:

http://macpik.blogspot.com/2009/02/havana.html#links

 

23 de abril

02
Ene
10

VOY A DORMIR; PRESENTIMIENTO; TANTA DULZURA


VOY A DORMIR
(Alfonsina Storni)

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme presta las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas: bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes…
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides…Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…

PRESENTIMIENTO
(Alfonsina Storni)

Tengo el presentimiento que he de vivir muy poco.
Esta cabeza mía se parece al crisol,
Purifica y consume.
Pero sin una queja, sin asomo de horror.
Para acabarme quiero que una tarde sin nubes,
Bajo el límpido sol
Nazca de un gran jazmín una víbora blanca
Que dulce, dulcemente, me pique el corazón.

TANTA DULZURA
(Alfonsina Storni)

Tanta dulzura alcánzame tu mano
Que pienso si las frutas se engendraron,
Sí abejas con su miel te amamantaron
Y si eres nieto excelso del Verano.

Tanta dulzura no es de rango humano:
Los dioses tus pañales perfumaron,
Sobre tu sangre roja destilaron
Ojos de niños, lasitud de llano.

Tanta dulzura, que cayendo al alma
Mueve esperanzas, le procura calma
Y todo anhelo de virtud corona.

Tanta dulzura, para bien sentida,
Que digo al mal que me consume: olvida.
Y al fuerte daño que me dan: perdona.

02
Ene
10

THE LOOK OF LOVE


 

THE LOOK OF LOVE
La Mirada de Amor
(Diana Krall)

 Esta es la carátula del álbum de la talentosa y bella pianista Diana Krall, cuyo título «The Look Of Love», es el tema incluido en su  álbum aparecido el 2001, que me encanta.
http://youtu.be/LmacNQRD6FY

02
Ene
10

COSAS QUE YA NUNCA TE DIRÉ


COSAS QUE YA NUNCA TE DIRÉ
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Sí intentara fumar como a los 14 cuando empecé…Pensar que no lo hacía por dolor, por el proceso lento que a mi cuerpo infringían las hormonas y por las sorpresas crudas con que un día te encuentras al crecer y dejar de ser lo que eras o lo que fuiste, no, no era por eso entonces, yo fumaba casi como los monos por imitación a mis amigas, las chicas del quinto, con quienes me juntaba estando aún en primero. A propósito de decir cosas increíbles y muy buenas de mi, mi madre les contaba a sus amigas, que como su hija era una niña especial, le aburrían soberanamente sus compañeras de clase, porque le parecían bobas o muy niñas y yo necesitaba curtirme de otras cosas y seguir pasando las fases, sino con las chicas de quinto, con chicas con un aire de mayores, que por lo menos eran increíblemente interesantes, porque ligaban mucho o se depilaban las cejas y tenían un estilo propio de ser imitado por todas, porque parecían ya unas perfectas señoritas, esbeltas y algo más finamente afectadas, que las otras chicas con acné, que aún peleaban como niñas y estaban fatalmente revolucionadas por las hormonas. En fin, pasé la fase a pesar de las del primero, el segundo, el tercero y el cuarto,… pero lo cierto es que jamás aprendí a fumar, a lo mejor les aprendí otras cosas, otras mañas más sutiles, pero es que hasta los 19 no sabía echar los humos de un cigarro como alguien que suele liarse un cigarrillo a mi edad; …no, nunca lo aprendí, ni sabré ya. Es ese tipo de cosas que alguna vez han pasado por tu vida de experimentación y que jamás emprenderás. Después vinieron los estudios para ingresar a la Universidad y abandoné los cigarrillos por fortuna, cuando capitulé conmigo misma, después de una bronquitis asmatiforme, de dejar los malos humos y el tabaco; abandonando los More y los Dunhill, cigarrillos de importación ingleses, que por cierto me traía mi padre, recién desempacados de los barcos trasatlánticos, porque mi madre lo convenciera de que yo ya era mayor y habría que respetarme en mi largo y tedioso proceso de encontrarme a mi misma, o a salir de mi tortuoso y supuesto laberinto de expiación. Me había ganado el respeto a fumar, por ser mayor, cuando en verdad ni era mayor, ni sabía fumar.

Así se van haciendo las distancias y los caminos de una vida, hay ciertas cosas para las que una parece estar predestinada y otras tantas que no acaban de cuajar, por más que tengas el tiempo, la dedicación, la libertad y la anuencia de tus padres para concretarlas. Así mismo, van rodando muchas piedras del camino, otras tantas se te meten en la piel como venenos y te marcan. Tu serás de aquellos que me dejaron la impronta, pero que nunca terminé de alcanzar.

Como en los juegos de ajedrez, se van tejiendo los hilos, van atacando a mi reina y voy matando peones, es preciso defenderse y terminar en el juego de estrategias para no perder las partidas.

Yo que ya no seré la que fui, marcada ahora como las flores del mal de Baudelaire, más cerca del mar, obligándome a coger de los pecados capitales, para alcanzar las estrellas, he deseado enmudecer.

A veces todavía creo que aunque no sepa ni fumar y jamás te llegue a alcanzar, seré capaz de bajarte la luna, de mirarte a los ojos, de hablarte de Venus, conectarte a mi vida,… pero no, hay cosas que ya nunca seré capaz de pronunciar, que ya jamás te diré. Que aunque me sepa tu nombre y haya jugado cual prestidigitadora a marcarme a fuego con cada letra de tu nombre, sin decirlo, el azar y estos dados del destino, no nos harán coincidir en esa magia de los pasados imperfectos y nos otorguen un presente de los dos.

Ansío sí fuese posible recuperar esa mirada que logró que tu te enamoraras de mi, así como cayó bajo su embrujo mi mentor espiritual, allá por los 80’s. Si la experiencia es un grado, anhelaría aprender tus métodos para enamorarme a pesar de las distancias y tu pericia para dejarme después, compuesta y sin novio. Claro está, que fueron parte de tus naturales y crueles maniobras para que en cambio yo abandonara mi vida y fuera a encontrarte. —Cautelosa como una Emma Bovary, poseida de un ennui desconocido e infame— .Yo diría quizás, como artilugio y parte de tus desesperadas maniobras por terminar de romper nuestro antiguo pacto de seguir amándonos a pesar del mar y del viento. Bien salero mío, así es la vida, ante los designios libres y premeditados nada puede el viento, por eso mis letras gastadas e inútiles que te evocan, aún perdida la inocencia y descubriendo que aún me dueles, a pesar de tiempo sin verte, ya no dicen nada. No volveré a fumar eso es verdad, pero tampoco a pronunciar lo que ya nunca te diré.

09 de abril, 2008

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02
Ene
10

DESPEDIDA DE GRACíA MÁRQUEZ


DESPEDIDA DE GARCÍA MÁRQUEZ

“Si por un instante Dios se olvidara de que
soy una marioneta de trapo y me regalara un
trozo de vida, posiblemente no diría todo lo
que pienso, pero en definitiva pensaría todo
lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por
cada minuto que cerramos los ojos, perdemos
sesenta segundos de luz. Andaría cuando los
demás se detienen, despertaría cuando los demás
duermen. Escucharía cuando los demás hablan y
cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría
sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto,
no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi
odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las
estrellas un poema de Benedetti, y una canción
de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna.
Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir
el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos…
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida…
No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la
gente que quiero, que la quiero.

Convencería a cada mujer u hombre que son mis
favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados
están al pensar que dejan de enamorarse cuando
envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de
enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría
que él solo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega
con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres…
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la
cima de la montaña, sin saber que la verdadera
felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta
con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo
tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho
a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de
ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he
podido aprender de ustedes, pero realmente de
mucho no habrán de servir, porque cuando me
guarden dentro de esa maleta, infelizmente
me estaré muriendo.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.
Si supiera que hoy fuera la última vez que te
voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y
rezaría al Señor para pode ser el guardián de
tu alma.

Si supiera que esta fuera la última vez que te
vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un
beso y te llamaría de nuevo para darte más.
Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír
tu voz, grabaría cada una de tus palabras para
poder oírlas una y otra vez indefinidamente.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te
veo diría “te quiero” y no asumiría, tontamente,
que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra
oportunidad para hacer las cosas bien, pero
por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda,
me gustaría decirte cuanto te quiero,
que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven
o viejo.
Hoy puede ser la última vez que veas a los que
amas.

Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el
mañana nunca llega, seguramente lamentarás
el día que no tomaste tiempo para una sonrisa,
un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado
para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído
lo mucho que los necesitas,
quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para
decirles “lo siento”, “perdóname”, “por favor”,
“gracias” y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus pensamientos secretos.
Pide al Señor la fuerza y sabiduría para
expresarlos. Demuestra a tus amigos cuanto
te importan.”

02
Ene
10

FLY ME TO THE MOON


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FLY ME TO THE MOON
(Llévame a la Luna)
(Frank Sinatra)

Este es un gran tema de todos los tiempos, me fascina escucharlo en muchas voces, unos mejor que otros obviamente, «La Voz» tenía un registro inigualable como pocos. Esta es la versión de Julie London, porque los quitan todos los vídeos de Sinatra, una lástima.

Abril, 2008

02
Ene
10

*NOVELA NEGRA


DIEZ AÑOS SIN PATRICIA HIGHSMITH
Por Elena Gosálvez

Todavía la veo al otro lado de la mesa, cenando un cuenco de caldo y una litrona de cerveza. Con un solo cubito maggi cenábamos las dos. Hablábamos de Graham Greene y otros habitantes de su pasado o nos interrogábamos mutuamente, presas de la misma curiosidad voraz, propia de mis 20 años y de sus vibrantes 74. Me despedí de ella el 16 de diciembre de 1994. Cuarenta días después estaba muerta.

Yo no sabía quién era Patricia Highsmith hasta que un amigo común, el editor Daniel Keel, me comentó cenando en su casa de Zurich que buscaba a alguien que se mudara con una importante escritora norteamericana al Ticino suizo. Estaba enferma y necesitaba un ayudante que supiera inglés, tuviera carnet de conducir y fuera de plena confianza. «¿Qué hago? ¡No puedo poner un anuncio en el periódico!», comentó agobiado. «Iré yo», repliqué sin pensar. Pero era la propia Pat quien se encargaba de remunerar a su ayudante, y también de seleccionarle. Dani me cerró una entrevista para el sábado siguiente.

En el tren, llegando ya a la impresionante región de Centovalli, me terminé El temblor de la falsificación, el primer libro suyo que leía. Había visto en la televisión Extraños en un tren, la primera novela de Patricia que Hitchcock adaptó para la pantalla cuando ella sólo tenía 28 años, pero el libro entre mis manos tenía otra fuerza. En la estación me recogió un divorciado cincuentón que había sido el asistente de la autora durante un par de años, desde el principio de su enfermedad. «Pat es muy especial –me dijo–, pero yo he decidido meterme a monje».

Su casa de una planta era como una U construida con tres cajas de cerillas. Ella misma la había diseñado. Una amplia habitación con baño ocupaba cada palito de la U, dejando cocina y salón en el medio. Cada dormitorio tenía dos ventanales para salir al patio central y al jardín salvaje que rodeaba la construcción. Me senté en un sillón blanco junto a un gato gordo y naranja. Una mujer delgada, vestida con camisa de cuadros y pantalón de hombre y melena canosa hasta la barbilla, algo encorvada y con cara de huraña me saludó amablemente, esforzándose por sonreír.

«Gracias por venir. Dani me ha dicho que eres española pero hablas muy bien inglés y que quieres ser editora. Por cierto: ¿te gusta Hemingway?».

Supe que esa era la pregunta decisiva. Me quedé callada sin saber si era el momento de mentir. Seguro que ambos autores americanos enamorados de Europa habían sido amigos. «No», contesté tajante. Siempre es mejor decir la verdad, especialmente a la gente relevante, porque nadie suele ser sincero con ellos. «¡Odio a Heminway!», chilló Pat desde lo más hondo de su ser. «¿Puedes empezar el lunes?».

Durante las semanas siguientes me pude leer toda su obra cronológicamente, cogiendo las primeras ediciones directamente de la ordenadísima estantería. En el salón estaban sus diarios, que escribió religiosamente desde los 15 años hasta su muerte: más de cien cuadernos tamaño folio que en unos cuantos años se harán públicos. Leía hasta muy tarde, atrapada en su eterna búsqueda del crimen perfecto, en sus cuentos misóginos, en sus héroes reinventados…

Sobre las 9 de la mañana me despertaba la gata naranja Charlotte pidiéndome su desayuno: pulmones de vaca crudos. Los troceaba con las tijeras de cocina y los alvéolos explotaban en el silencio hasta que las noticias de la BBC se encendían al fin en el cuarto de Pat: un día más se había despertado. A los pocos minutos empezaba el estruendo de aquella máquina de escribir donde estaba terminando su última novela, Small G: un idilio de verano. Por superstición escribió toda su obra con esa misma máquina prehistórica. Me iba confiando los folios a un limpio impoluto para que yo se los pasara por fax a Daniel. Sabía que no le quedaba mucho tiempo. Dos veces a la semana la llevaba en coche al hospital de Locarno.

Extremadamente crítica con su obra, parecía que solamente estaba orgullosa de El temblor, también mi favorita. Su patria natal nunca consideró que la tejana escribiera literatura mayor. La gran editorial Knopf rechazó su genial obra El diario de Edith por no ser una novela «de misterio» y no saber «qué hacer con ella». Mientras, en Europa cada vez era más respetada, llegó a sonar muy fuerte para el Nobel, especialmente cuando se publicó Carol, y hasta los presidentes de gobierno la invitaban a cenar. Solamente las recientes películas basadas en su Ripley han sacado a Pat de secciones secundarias de las librerías de su país, una tierra que abandonó muy joven pero que nunca dejó de querer. Aunque miraba mucho el dinero, no le importaba pagar impuestos en dos continentes para mantener su nacionalidad, sus raíces.

Antes de morir quiso reconciliarse con la memoria de su padre, con quien debió de tener serios problemas en su primera juventud. De pronto le pareció injusto no haber firmado nunca con su verdadero apellido: Plangman. Tampoco olvidó la colonia de escritores que la becó para escribir esa primera obra que, sólo diez días después de ser publicada, Hitchcock compró por 6.800 dólares de entonces. «Cambió mi novela –me confesó–, pero siempre le estaré agradecida porque gracias a él pude seguir escribiendo y viviendo de escribir».

Nunca pudo aceptar que la moral hollywoodiense de la época no permitiera que el malo se saliera con la suya: para ella el antihéroe tenía que triunfar, al menos a primera vista. Sí que le gustaron, sin embargo, las primeras adaptaciones al cine de su serie Ripley, aquellas francesas protagonizadas por Alain Delon. Menos mal que no vio las posteriores, aunque al menos el Ripley protagonizado por Malkovich hizo un gran esfuerzo por respetarla.

Cuando Daniel publicó por primera vez una obra suya en alemán, en 1968, ella le advirtió de que «las críticas no eran muy buenas» y le dijo que esperaba que Diogenes «no perdiera mucho dinero» editándola. En Estados Unidos se estaban negando a imprimir su obra en tapa dura, porque la consideraban propia de bolsillo. Daniel nunca perdió el entusiasmo por su nueva autora, aunque le costó 10 años de buenas críticas colarla en las listas de los más vendidos.

En 1981 ella pagó la fidelidad de Daniel dándole los derechos mundiales de los libros que escribiera a partir de entonces, y a su muerte pasó la gestión mundial de toda su obra a Diogenes. «Tenemos una relación amistosa. Me llama en domingo y los dos estamos trabajando. Para él el domingo es un día más», comentó de él. Después de años, Pat le podía regañar por comprarle unas flores «obscenamente caras» («y además odio las rosas»), o le podía decir a su mujer que el filete estaba seco mientras Daniel le explicaba qué pasaje de qué novela no le convencía.

Era algo arisca porque renunció conscientemente a muchas cosas para poder escribir, pero merece ser recordada tanto por su calidad literaria como por su personalidad. Pat era modesta, disciplinada, apasionada, detallista, salvaje, honesta… pero sobre todo agradecía profundamente su suerte: la de habernos regalado sus novelas.

Elena Gosálvez es editora de MR Ediciones (Grupo Planeta).
Publicado en la sección «LIBROS» del Suplemento de «Libertad Digital» el 10 de febrero de 2005.

02
Ene
10

MISCELANEA


Esta foto me parece preciosa por sí misma, ignoro si con el arte del photoshop u otras técnicas se haya logrado conseguir esto, pero lo cierto es que como fuere, me sugiere como un restablecimiento pleno de un orden perfecto y armónico en la naturaleza animal, ojala esto fuera así en nuestro mundo convulsionado de guerras, egoísmos, desamor y odios, por doquier. El día que tengamos a una fiera domada y mansa, sin sed de sangre y necesidad de matar a otros, quizás ya no estemos en este mundo llamado Tierra.

02
Ene
10

LA BELLE DAME SANS REGRETS


LA BELLE DAME SANS REGRETS
(La bella dama sin pesares)

Esta es una canción de mis favoritas, aunque prefiero la versión del músico de Smooth Jazz Chris Botti, con saxo incluido queda perfecta para mi gusto, esta versión en voz de Sting y en buen francés está muy bien, la performance es buena, tema que incluye en su álbum «Mercury Falling». El tema es del compositor Dominic Miller. Aquí está con un vídeo que parece sacado de los procesos oníricos y fantásticos de mis propios sueños sin pesares. NOTA:  SI NO PUDES VER ESTE VIDEO, PINCHA ESTE ENLACE:

http://macpik.blogspot.com/2009/02/la-belle-dame-sans-regrets_3924.html#links

02
Ene
10

PATRICIA


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PATRICIA
(Por: Elvira Lindo)

Lo de que la belleza física es algo relativo está por ver. Realmente creo que esa teoría forma parte de esa idea tan americana de que nadie tiene por qué aceptar la más mínima frustración. De la misma forma que la enseñanza consiguió borrar del mapa el fracaso escolar -a cada estudiante hay que exigirle según sus posibilidades-, se inventó el ballet en silla de ruedas o los concursos de misses para mujeres gordas. La clave de la modernidad es que a nadie se le puede decir: tú para esto no sirves. Por supuesto se considera progresista el suponer la belleza como algo arbitrario, algo que depende del color del cristal con que se mira, cuando la realidad es que no ha cambiado tanto el canon desde que el arte representó de forma realista el rostro humano. En cuanto a la gordura, de la que la pintura ha dejado tan espléndidas muestras, ha sido la consecuencia más de la mala alimentación que de la estética. Hay científicos que afirman que un bebé siempre se sentirá más atraído por una cara agradable. Todo eso al margen de que hay feos atractivos, feos irresistibles; lo cual no quita para que por mucho que adecuemos el lenguaje a la corrección política siempre habrá guapos y feos. Además de la herencia genética, también nuestros rostros están expuestos a la vida que nos toca. Los lectores de Patricia Highsmith se quedarían asombrados si vieran sus fotos de juventud. A Highsmith la recordamos por esas fotos de anciana de facciones durísimas, hinchadas probablemente por el alcohol. Sin embargo, en la biografía que sobre ella ha escrito Andrew Wilson, vemos algunas imágenes de los años cuarenta en las que aparece Patricia desnuda. Su imagen, tan dulce, tan bella, podría ser la de una actriz de hoy. Una compañera de universidad de la novelista decía: «Cuando la vi en sus últimas fotos no podía creer en lo que se había convertido…». Leyendo la biografía de Highsmith deduje que esa asombrosa transformación de su cara era consecuencia del alcohol y de esa personalidad atormentada que los lectores con propensión a la mitomanía atribuyen al genio, y que la propia Patricia achacaba a los complejos y la consideración de bicho raro que tenía sobre sí misma. A ella, que acabó siendo una mujer fea, le siguieron gustando hasta su muerte las mujeres hermosas.

Artículo aparecido en «EL País» el 05/05/2004.

02
Ene
10

EL HOMBRE A LA SOMBRA


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LEONARD WOOLF, EL HOMBRE SIN ATRIBUTOS:
Victoria Glendenning revela la importancia del esposo de Virginia Woolf como escritor.

En 1966, cuando su vida había atravesado ya dos guerras mundiales, el ocaso de un imperio y el suicidio de la mujer que amaba, Leonard Woolf se encerró a reflexionar y escribió: «A la edad de ochenta y ocho años, mirando hacia atrás mis cincuenta y siete años de trabajo político en Inglaterra, veo con claridad que no he obtenido prácticamente nada. El mundo presente y la historia del hormiguero humano de los últimos cincuenta y siete años serían exactamente idénticos si hubiera jugado al ping pong en vez de presidir comités y escribir libros y memorandos». Y concluía con «la confesión más bien humillante» de haber arado la propia existencia con «algo así como ciento cincuenta o doscientas mil horas de trabajo perfectamente inútiles».

(Publica La Nación)

Por Livia Manera

Pero el intenso trabajo desarrollado en las filas del partido laborista no debía de ser el único motivo de frustración para un escritor ambicioso y competitivo, que había padecido el desafío de estar casado con Virginia Woolf. En Cambridge, Leonard se había vinculado con algunas de las mentes más brillantes del siglo, entre las cuales se encontraban John Maynard Keynes, Lytton Strachey, E. M. Forster y Bertrand Russell. En Londres, había fundado la Hogarth Press y había sido el editor de T. S. Eliot y de Sigmund Freud, y en calidad de codirector del Political Quaterly, había publicado y trabajado con personalidades del nivel de H. G. Wells, Thomas Hardy e Isaiah Berlin. Nunca existió una persona más asediada que Leonard Woolf por la grandeza de los amigos y los parientes cercanos.

Y por eso hoy se ha convertido en noticia el hecho de que al hombre sin atributos de Bloomsbury se le haya restituido la dignidad perdida con el relanzamiento, en Gran Bretaña y en los Estados Unidos, de su primera novela, The village in the jungle, de los cuentos de A tale told by midnight , pero sobre todo, con la publicación de una brillante biografía escrita por Victoria Glendinning, que le reconoce una interesante y contradictoria personalidad. Glendenning describe a Leonard Woolf como a un hombre austero, tímido, despótico, irascible y pesimista (su inefable lema era «¡Nada importa!»), a quien el amor por una mujer con la que no tenía ninguna intimidad sexual suavizó hasta el punto de convertirlo en un ser generoso, protector y paciente. Un hombre con una cara como el filo de un cuchillo y de cuerpo menudo, que amaba a las mujeres («Siempre me sentí fuertemente atraído por la mente y el cuerpo femeninos») y que era retribuido por ellas. Menos de dos años después del suicidio de Virginia, ese hombre vivió una segunda temporada de amor con la vivaz y alegre Trekkie Parsons, esposa de Ian Parsons (que consentía la relación), editor de Chatto & Windus. Leonard y Trekkie compartieron los siguientes treinta años de vida.

Un hombre que se declaraba marxista y socialista, y del que hasta la misma Virginia decía que era «muy duro con las personas. Sobre todo con la servidumbre… La extrema rigidez de su mente me sorprende… su severidad: no hacia mí, yo puedo levantarme y mandarlo al diablo. ¿De dónde viene? Del hecho de no ser un gentleman , en parte: de no sentirse cómodo en presencia de las clases inferiores… Supongo que tiene un deseo de dominio. Amor de poder. Y después escribe contra esas cosas…».

En las palabras de la mujer, uno encuentra todo el desenvuelto antisemitismo de la buena sociedad inglesa. Y aunque Leonard haya negado que alguna vez se sintiera discriminado, es difícil creer que el hecho de pertenecer a una familia judía empobrecida imprevistamente a la muerte del padre abogado no le haya sido pesado cuando frecuentaba una escuela de larga tradición antisemita como St. Paul. Una vez que salió de allí, pasó a Cambridge con una beca de estudios y fue de nuevo alguien distinto entre iguales: el único de aquel excepcional círculo de amigos «arrogantes, altaneros, cínicos y sarcásticos», como los describía él mismo, que en caso de recibir una mala nota podía ser castigado con la pérdida del derecho a frecuentar la universidad. Después de graduarse, aceptó con humildad un empleo en la administración colonial. Y los siete años durante los cuales fue administrador de una aldea en Ceilán se convirtieron en el bagaje de experiencia de su posterior pasión antiimperialista.

Fue precisamente mientras Leonard estaba en Ceilán cuando el homosexual Lytton Strachey le escribió en 1909 que había pedido la mano de Virginia Stephen, que se había arrepentido y que, por suerte, había sido rechazado. Ahora le tocaba a Leonard casarse «por su cabeza» con la hermana del amigo común Toby Stephen, le decía Strachey. Y Leonard lo hizo, aunque aterrorizado por las «espantosas complicaciones de la virginidad y del matrimonio». Se convertiría en un marido extraordinario y en un amante inexistente, que no mostró celos cuando Virginia vivió su historia de amor con la escritora y aristócrata Vita Sackville-West.

¿Qué queda hoy de esa vida ensombrecida por el brillo de las de otros? Dos novelas, The village in the jungle (1913) y Wise Virgins (1914), que transcurren la primera en Ceilán y la segunda, en un ambiente suficientemente semejante al de su familia de origen como para ponérsela toda en contra, además, una inmensa masa de escritos políticos, por propia admisión irrelevantes («Pero hasta el fracaso puede ser portador de un granito de conocimiento»); y una espléndida autobiografía en tres volúmenes, escritas cuando ya reflexionaba «pasaron las tempestades y las tensiones de la vida, las ambiciones y las competencias». Por todo esto, Leonard brotó a los ochenta años bien cumplidos en los tres volúmenes de su autobiografía, dice hoy Victoria Glendinning. Porque escribir lejos de los consejos críticos de los amigos ilustres, ya muertos, fue para él una liberación. Y es extraño que sea ella quien lo diga. Porque ni siquiera su biógrafa se resiste a la tentación de decirle a Woolf lo que debería haber hecho («Si hubiera perseguido con mayor fuerza la idea de una nueva versión del Judío Errante… habría escrito probablemente su obra maestra»). Es la demostración de que nunca habrá paz para Leonard Woolf, eterno viudo de Virginia. Aunque hoy se lo rescate.

Corriere della Sera. Traducción de Hugo Beccacece.

02
Ene
10

*LAS FLORES DEL MAL


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LAS FLORES DEL MAL

Charles Baudelaire, a pesar de haber inventado la poesía moderna, fue un tipo con mala suerte y también con mala muerte. El contraste de la vejez de su padre (que tenía 62 años cuando lo engendró) y de la juventud risueña de su madre (que tenía 27 cuando lo concibió) es el precipitado que produce Las flores del mal. Ganó el segundo premio de versos latinos en un concurso en el que participaban niños de todos los colegios de Francia, y supo que no había marcha atrás en el espinoso camino de la poesía.El profesor José Antonio Millán Alba, traductor de Baudelaire, afirma que hay un antes y un después de este genio, «sin él es inconcebible la poesía actual, su influencia es universal porque codificó la estética contemporánea e influyó en nuestra manera de vivir. Ni el siglo XX ni el actual han dado nada nuevo, sólo han sido difusores de los hallazgos del XIX y de Baudelaire, sobre todo, que sigue teniendo la influencia de un coloso».

Publicado por primera vez hace ahora ??50 años, Las flores del mal produjo un desenfreno de insultos y una condena judicial por ultraje a la moral pública. La edición fue secuestrada, el autor procesado y condenado a una multa de 300 francos y a suprimir seis de los poemas que exaltaban la desnudez femenina y las relaciones LesBianas. Precisamente el primer título en el que pensó el poeta para su obra fue Las lesbianas, luego se inclinó por titularla Los limbos. El título definitivo se lo propuso el periodista Hippolyte Babou y resumía una idea obsesiva de Baudelaire: consideraba que la naturaleza es fea y que la belleza sólo es una exudación del mal.
El poeta ecuatoriano Mario Campaña asegura que «Las flores del mal inventan la poesía moderna, es decir, urbana, irónica, descreída, pegada a la vida y al margen de Dios, de la historia y de la naturaleza. Desgarrado entre la sensualidad y el espiritualismo, este libro es un buen retrato de la primera mitad del siglo XIX, una época que nos ha hecho como somos».

La figura ambivalente de la mujer atraviesa las páginas de Las flores del mal. Sus referencias literarias son la hechicera Circe que encantó a Ulises, la Venus del amor, la Cibeles de la fecundidad, Elvira, la última esposa de Don Juan o la Lady Macbeth de Shakespeare. Las referencias reales son tres de sus amantes: Jeanne Duval, Apollonie Sabatier y Marie Daubrun.

Tenía 46 años cuando lo enterraron en el cementerio de Montparnasse. Allí yace el padre de la poesía moderna, el precursor del simbolismo, el inspirador del surrealismo y el autor de las flores más tiernas y atroces del jardín universal de los versos.

VERSOS CENSURADOS: Selección de algunas estrofas de ‘Las flores del mal’, por los que fue condenado y la edición secuestrada.

LESBOS: ¿Quién entre los Dioses osará, Lesbos, ser tu juez / y condenar tu frente pálida de extravíos, / si sus balanzas de oro no han pesado el diluvio / de lágrimas que al mar han vertido tus arroyos? / ¿Quién entre los dioses osará, Lesbos, ser tu juez? ¿Qué quieren de nosotros las leyes de lo justo y de lo injusto? / ¡Vírgenes de corazón sublime, honor del archipiélago, / vuestra religión como otra cualquiera es augusta, / y el amor se reirá del Infierno y del Cielo!

LAS JOYAS: Con los ojos en mí, cual tigre domado, / con aire vago y soñador ensayaba posturas, / y el candor unido a la lubricidad / añadía un nuevo encanto a sus metamorfosis; y sus brazos y sus piernas, y sus muslos y sus caderas, / como el aceite pulidos, ondulantes como un cisne, / pasaban ante mis ojos clarividentes y serenos; / y su vientre y sus senos, esos racimos de mi vid, / avanzaban, más zalameros que los Ángeles del mal.

MUJERES CONDENADAS DELFINA E HIPÓLITA:Tendida a sus pies, tranquila y llena de gozo, / Delfina la cobijaba con ardientes miradas, / como una bestia fuerte vigilando su presa, / luego de haberla, desde luego, marcado con sus dientes. Siento fundirse sobre mí pesados terrores / y negros batallones de fantasmas esparcidos, / que quieren conducirme por caminos movedizos / que un horizonte sangriento cierra por doquier.
Via.

(Artículo aparecido en la página de LesNoticias.com)

02
Ene
10

EVASIONES


 

EVASIONES
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar.)

Para dejar de pensar cruzo calles y me pierdo en laberintos, entro en librerías pretendiendo leer algo del autor y el argumento de los libros, acerco la nariz a las vidrieras de los escaparates, luego ando y ando hasta conseguir perderme un poco de mi misma, la evasión es la única ruta de los solitarios y aburridos, de los abandonados en los aeropuertos y los mudos compungidos, la ruta de los maniatados sin remedio.

Para no pensar, hago guiños a los niños en los parques y les sonrió con alguna carantoña, doy migajas piadosas a palomas y al quedarme con sus alas, miro al cielo y elevo una plegaria de altos vuelos; al aterrizar de nuevo, busco un libro de bolsillo y lo prosigo, sin saber y sin leer las historias de otros mundos.

Para no pensar, voy doblando las esquinas solitarias y ahuyentando despedidas, tomando cafés como dosis de ternura, voy mirando con deliberación las carteleras de los cines, persiguiendo cada uno de mis pasos en la transparencia mineral de las aceras, escapando de las celdas de barrotes que aprisionan.

Para no pensar, admiro los colores de las obras de Tiziano, mis ojos se recrean en su Noli me Tangere, para pasar a saludar a las damas de Rubens y luego dejar que me sobrecoja la melancolía de Caravaggio; al marcharme doy la mano para despedirme de su “Buenaventura“, con el paripé de los modales distinguidos, y salgo sin saber hacia donde proseguir la huida.

Para no pensar, bajo a los andenes presurosa,  llevándome el paraguas de borrascas y las aguas de un abril mezquino, tomo los trenes de la tarde gris, oyendo en los audífonos del mp3 las canciones tristes de las ilusiones de junio, me persuado de estar lejos, de ir corriendo tras los árboles al pasar por la ventana, adelanto mi reloj del tiempo y dormito entre las encrucijadas de un enero, de los sueños rotos.

Para no pensar, voy leyendo los anuncios de neón de la ciudad festiva, me convierto en la voyeur outsider de la noche, bloqueo a mi memoria que amenaza sin tregua con sus oscuros insiders, me quedo en las esquinas de los quioscos de los diarios, como si leyera o esperara a alguien, para descubrir que la tautología de la soledad me puede…Siempre me estoy yendo,… para no pensar.

Barcelona, 02 de marzo de 2008.
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02
Ene
10

LOS AMORES QUE PERDÍ



LOS AMORES QUE PERDÍ
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar.)

Las historias de la vida se repiten muchas veces, no me he de sentir excluida o diferente de ser parte de esta humanidad doliente y miserable. Freda (de Jean Racine), el Wherter enamorado, la infortunada Dido que amó a Eneas, la pasional Eloísa, Mariana de Alconforado, la monja enamorada del capitán Chamilly y todos los demás amores y desamores anónimos, reales y de literatura.

El trasiego de los días va pasando con sus giros fugitivos…ya nada se detiene…todo pasa. El calendario, el mes, los días. Sólo pocas cosas van quedando, los aromas, los recuerdos, la geometría de las extensiones y medidas, las cercanías, las distancias, los afectos; sincronías del tiempo desdichadas o felices, la profundidad de una mirada y su lenguaje, su luz, el resplandor de su brillo, su belleza; la exactitud de las notas de una sinfonía, la perfección del silencio…El Amor —me gusta escribirlo con mayúsculas—. El Amor no muere, permanece. Su efecto es largo y duradero. Aceptar la incertidumbre de la libertad total es posible, esa desnudez total del alma sola ante el dolor, también. El desapego es el ejercicio de los Santos y profetas, para lo cual no nací yo, precisamente.

En la lenta melopea de las horas y el tiempo finito está comprendido el engranaje de una vida, también en las ideas de la falta de un Amor,… en sus ausencias…si ya no está o ha dejado su huella. Poco importa si nos amó o no, interesa más saber lo que nos dejó o fue capaz de suscitarnos, las bellezas que nos provocó, el lograr acercarnos hacia horizontes sublimes y perfectos, la transformación interna que obró en nosotros, los vacíos que llenó y las emociones que nos motivó; la felicidad de dar lo que no sabíamos que poseíamos en abundancia, el esplendor de lo desconocido que logramos ver, o todo cuanto sentimos sin saber que éramos capaces, lo increíbles que pudimos ser y lo bellos que fuimos sin saberlo, estando enamorados . Esa es la magia que obra el amor en nosotros. Subjetivo o no, es interesante entender las evoluciones interiores de nuestro ser ante el Amor.

Sujetos quizás ante hechos naturales y perfectos del destino, me reconozco como un ser privilegiado que a conocido “algo” del Amor, de aquel al cual me gusta denominar con mayúsculas, porque creo es parte de un gran Amor Universal que lo inunda todo, y en el cual aún por incredulidad, ignorancia, pedantería o vanidad, somos incapaces de creer, a pesar de las bellezas naturales, de tener cerca a esas otras criaturas inocentes, como son los animales, que según creo yo, están para ablandar y conmover nuestro endurecido corazón.

En fin, les debo un reconocimiento tácito a los amores que perdí, que no fueron tantos en número felizmente, porque también sembraron de tristezas mi alma desconocida y neófita, dejando acaso esas pocas cicatrices con que me empeño en creer que estoy “galardonada” en un grado mayor, para poder acceder a esa increíble magia, que ocurre pocas veces en la vida y sin embargo está cual una llama resplandeciente y guardada dentro de cada uno de nosotros, pronta a manifestarse cualquier día, cualquier hora, en donde fuere, sin que sepamos el misterio de su cómo y su por qué.

27 de febrero, 2008.

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OBRA PROTEGIDA Y REGISTRADA

02
Ene
10

LOS FALSOS JURAMENTOS


LOS FALSOS JURAMENTOS
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

No valgo para las bebidas alcohólicas y espirituosas esta visto. La última trompa que me noqueó no fue estando contigo, fue en Vision Ville, un bar de una amiga cubana, que se empeña en proseguir su vida como prostituta, burlándose de todas nosotras despiadadamente y lo poquito que ganábamos. “La vida está jodía”, ha dicho la condenada, para justificarse o quien sabe intentar con la idea de enfadarnos, apartarnos de una buena vez de su lado más salvaje y gamberril, sin embargo, reconozco en ella su lado humano y valioso. Nosotras respetamos su misión de hacer fortuna y su trabajo, de la forma más civilizada y singular.

Una de mis amigas, la más maternal y protectora conmigo me espetó de pronto al verme coger mi lata de cerveza Voll Damm, de las más efectivas por cierto: “¡Oye tú, basta ya!, ¿no?”, mis ojos risueños le despertarían infundadas sospechas de haber estado empinando el codo toda la noche, pero no era del todo cierto, algunas personas no podemos exagerar con el alcohol y ostentamos esa debilidad de los pollos ante un Johnnie Walker etiqueta roja, que es inútil engañarnos. En fin, que para otras cosas valdremos.

Después tuve un gran disgusto conmigo misma, ya veía doble o triple, porque doble se ve a partir de los 40 de forma natural, tuve deseos de convertirme en un trozo de pan y de estar tranquila y feliz al lado de alguien que me diera expansivas muestras de cariño, ese tipo de debilidades peligrosas a las que nos lleva a veces el alcohol y esas ansias vulnerables de encontrar de pronto en un pis pas lo que no hemos encontrado tal vez ni en un año largo de amor, ni por Internet, ni por telepatía controlada por radares…—El patio está chungo— he recapacitado de pronto y desde ese preciso momento he sido víctima de una especie de aguda lucidez de mi realidad. Bueno, problema de muchos consuelo de tontos. Más tarde he recordado a ese chico de nick “motolisto“ y me he sonreído para mis adentros, seguramente está como una moto y es muy listo, pero vamos, me despejó un tanto la mente la otra noche, para decirme que lo nuevo, lo último, era que casi todos sus amigos y amigas cercanos a los 50 habían caído en una especie de rapto de conciencia, después de más de 10 años de casados y tranquilos, para empezar a divorciarse con excesiva rapidez como sacudidos de una corriente alterna de unos 2000 voltios, haciendo uso del divorcio Express español, que en definitiva, es como irse al bar de la esquina y tomarse una taza de café y asunto resuelto. Entonces hemos razonado y filosofado en la cuestión, le he dicho que seguramente la gente se niega a tener que irse de esta vida sin antes renunciar a coger “esa fruta sabrosa” que se exhibe cada día en algún escaparate. Todos creemos o tendemos a creer que el vecino es más afortunado que nosotros, que liga más, que aún haciendo sofing o deporte del sofá y viendo la TV. todo el santo día, es mucho más afortunado que nosotros, pues tiene un coche del año y de última generación, está ausente los veranos por sus viajes a Punta Cana y al Caribe, y nosotros terminaremos iguales que desde hace 10 años, sin incentivo alguno para seguir en la contienda, ¿y qué?, le he dicho, que me demuestren pues que pateando el tablero han conseguido más dicha, más equilibrio y más felicidad… ¡Ay que listos son algunos!.

Si bien es cierto el caos y la decadencia están a la orden del día, de nosotros dependerá librarnos de ese yugo. No obstante, cada día suelo ser más conciente de mi inconciencia, serán los Voll Damm, las visitas al Vision Ville, las conversaciones con mi amiga Manoli, la cubana, tus abandonos o los míos, Spengler y su “Decadencia de Occidente”, las arengas de mi amiga maternal y poco parca, los excesos de la noche, los desmadres, mis sueños recurrentes y febriles por tenerte o la falta de tus besos. Caer en la infelicidad es lo fácil, lo difícil es lo otro, dijo un sabio.

Creo sin embargo, que los psiquiatras en los 2000 están de capa caída, nos es dado buscarnos e intentar re-encontrarnos en las horas quietas o en los corredores atestados del metro, hablarnos y refrescarnos la memoria, en las nocturnas; desestresarnos siguiendo los consejos de la vecina del tercero, tomándo concentrados de valeriana a todo pasto; acudir a los gimnasios dos o tres veces por semana; escuchar la música Chillout; vivir a más no poder, aunque sea a través del sofing y la TV. y experimentar como los adolescentes las emociones fuertes, al incursionar en las autopistas y perdernos a buena velocidad en ellas… Total la vida son dos días, como dijera mi putañera amiga Manoli, ya más tarde padeceremos los achaques y otras neuras, pagando los excesos de nuestra inconciencia y nuestro gusto por tomarle a la vida los sabores y su savia.

No he conseguido serle fiel ni a mi falso juramento, no será el primero y tu lo sabes. Una tarde de verano vencida de embriaguez y de resaca, delante de las amigas, aún pareciendo tan solemne y decidida, tras jurar y perjurar de no tomarme otra Voll Damm en todo el resto de mi vida y ya lo ves… La penúltima fue estando contigo en el Harlem Jazz, ese bar de copas con sabor latino donde apenas logré disfrutar de esas canciones; pues más tarde no sabría dar noticias de mi vida. Al día siguiente estabas tu a mi lado por fortuna. Algo bueno había pasado. ¿Cómo volver a esos buenos momentos?… dime cómo.

21 de febrero, 2008.

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02
Ene
10

¿POR QUÉ ESCRIBE USTED?


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¿POR QUÉ ESCRIBE USTED?
(Por. Gina Martínez-Vargas Araníbar.)

Este era un artículo aparecido en el diario francés Liberación el año 85, cuyos entrevistados se limitaban a aducir, las razones por las cuales se habían visto motivados interiormente a escribir sus obras.

Ante tan seductora interrogante, me puse a descubrir aquello que me toca como novel en el ejercicio de las letras. ¿Qué hacer entonces cuando sucumbimos ante la pluma y el papel?, como lo haría cualquiera con vivo apetito, ante un suculento plato que tuviese al frente. Creo obtener tácitamente la respuesta: escribir.

La pluma en todos los tiempos, nos ha facilitado obtener conocimientos y experiencias de quienes nos precedieron; digamos, que acercándonos a esas creaciones literarias, estamos más cerca al descubrimiento por sí mismo, del hombre, del mundo, puesto que no hay nada, en absoluto, que no haya sido escrito y abordado de alguna manera. De este modo, no estaré muy lejos de la verdad al afirmar, que en el campo de lo escrito, nada nos es vedado.

Cabría el preguntarnos sobre la evidencia de la tan mencionada inspiración, impulso interior que intercede cómo factor e incita a escribir.

No olvidemos que la pluma de nuestros afamados filósofos, tuvo a bien plasmar las más etéreas disquisiciones filosóficas y ambiguos conceptos de los enigmas del más allá, cual si raptos súbitos clarificaran el fruto de silentes cogitaciones y conservaran sus siempre polémicas ideas.

¿Ha de ser la inspiración aclamada por nuestros poetas, razón natural, —como al cambiar con el clima la química del cuerpo, los iones del aire con carga negativa, producen un exceso de serotonina en el cerebro, se ha investigado a la postre, causa insomnios, depresiones e intentos de suicidio?. Tendríamos entonces que consideran la existencia de “extrañas y exteriores” influencias, por llamarlo de alguna manera, que desde antiguo se decía tomaban parte en el numen del escritor o artista, tal como vendría a juicio de Platón al referirse a la inspiración: “No es mediante el arte, sino por el entusiasmo y la inspiración, que los buenos poetas épicos componen sus bellos poemas. Conocí, desde luego, que no es la sabiduría la que guía a los poetas, sino ciertos movimientos de la naturaleza y un entusiasmo semejante al de los profetas y adivinos”. En el Fredo considerando a la locura como de origen divino, escribe: “La tercera forma de posesión y de locura, la que procede de las musas, al ocupar un alma tierna y pura, la despierta y lanza a transportes báquicos que se expresan en odas y en todas las formas de la poesía”. Este juicio es la teoría que ha originado diversas tesis (posiciones) que unen la locura con la poesía, creando una literatura psicopatológica del arte.

Estas consideraciones que otrora vendrían a ser parte del pensar común de aquellos, cuya propensión inclinada a la escritura, con los años es posible que haya ido desvaneciéndose, a favor del talento y el simple propósito intelectual de hacerlo; no obstante, quienes hasta hoy han libado de la singular complacencia que trae el escribir, no niegan su experiencia ni rehúsan afirmar, que en efecto hay mucho más que aprovechar al margen del talento, propósito e intelecto. Georges Duhamel, novelista francés, cuenta como aprovecha instantes peculiares de rapto: mantengo siempre junto a mi en la noche, una libretita con un gran lápiz, y cuando me viene una idea la anoto en la oscuridad, a tanteos bajo una forma estrambótica; porque es necesario desconfiar de la memoria: los pensamientos sólidos no vuelven siempre y conviene no dejar escapar esta sustancia”. A su vez la poetisa Alfonsina Storni, sensible e inquisitiva pone: “¿No es por otra parte, el poeta, un fenómeno que en sí mismo ofrece pocas variantes, una antena sutilísima que recibe voces no se sabe de dónde y que traduce no se sabe cómo?”.

De la certeza de “extrañas influencias”, he hallado muchas evidencias de este tipo, que no hacen mas que corroborar las narradas por varios escritores, quienes están convencidos que de algún modo, su obra y personajes forman parte de alguna otra realidad, la cual palpita y vive un mundo en completa independencia de él y por tanto los acontecimientos se suceden sin que necesariamente te determinen y no dejan de sorprender a su autor, con los más imprevisibles e inesperados sucesos. Remitiéndome a los testimonios he de incluir algunos: Dickens declaró: “Yo no redacto el contenido de un libro, sino que lo veo y reseño.”

Roland Dorgeles expresa: “El novelista se deja conducir por sus personajes, no es el escritor quien modifica el plan que se ha trazado de antemano, son ellos los que lo arreglan a su idea, si esto no se verifica, es que no se trata de seres que viven. Para que existan realmente me bastaría vestirlos y colorearlos.”

A su vez, William Faulkner agrega: “Siempre hay un momento en el libro en que los personajes mismos se revelan, asumen la dirección y terminan el trabajo.”

Luego, es dominante la influencia y la fuerza que la obra ejerce sobre el escritor, cual si precisamente tuviese la prerrogativa de poder “ver” en otro lado los acontecimientos de su obra. Flaubert decía a Taine que las figuras de su imaginación lo afectaban: “Me persiguen o mejor dicho, soy yo quien vive en ellas; cuando describía el envenenamiento de Emma Bovary, tenía un gusto tan perceptible a arsénico sobre mi lengua, que sufrí dos indigestiones.”

El biógrafo de Thackeray explica que éste al encontrarse un día con un amigo le dijo en tono sobrio: “Hoy he dado muerte al capitán Newcomes.” —y luego le leyó el mismo día el capítulo de The Newcomes, en el cual se describía la muerte del capitán. “Thackeray estaba tan excitado por la lectura, que sólo pudo efectuarla, con una voz apenas perceptible. También la muerte de Ellen Pendennis le afectó tan dolorosamente que estaba llorando.”

A la pregunta ¿por qué escribe usted?, connotados escritores nos confiesan y revelan sus profundas razones, muchas de ellas muy disímiles al escribir como actividad literaria. El Nóbel 82 García Márquez, diría en esta ocasión: “Escribo para que mis amigos me quieran cada día más”. Giorgio Manganelli afirma: “Escribo para compensar mis manifiestas inaptitudes”. A su vez Balzac diría alguna vez: “Escribo para ser rico y célebre”.

Los hay de los más diversos motivos; pero, ¿será más escritor (en el sentido del término), aquel que llevado por una extraña necesidad, vuelca sus palabras en una página, que quien imbuido de ambiciones diversas hace literatura?. Recuerdo un libro muy especial que me llevara a la injerencia de cuestionar dicho asunto. En “Cartas a un joven poeta”, Kappus, se descubre a Rilke como un novel poeta y remitiéndose a él, espera obtener su concesión de avalar su capacidad como poeta o en todo caso dejar de serlo; a cuyo texto R.M. Rilke habría de responder: “Nadie le puede aconsejar ni ayudar; nadie, solamente hay un medio: vuelva usted sobre sí, investíguese la causa que le impele a escribir. Examine si ella extiende sus raíces en lo más profundo de su corazón. Confiésese si no le sería preciso morir en el supuesto que escribir le estuviese vedado. Esto ante todo: pregúntese en la hora más serena de su noche: ¿debo escribir?. Ahóndese en sí mismo, hacia una profunda respuesta y si resulta afirmativa, si puede afrontar tan seria pregunta con un fuerte y sencillo “debo”, construya entonces su vida según esta necesidad, su vida tiene que ser hasta en su hora más indiferente e insignificante, un signo y testimonio de este impulso. Una obra de arte es buena cuando ha sido creada necesariamente. En esta forma de originarse está comprendido su juicio: no hay ningún otro”. ,

Cuando la literatura ya no está supeditada únicamente al numen y entonces el escritor advierte una necesidad a ultranza, habremos de pensar que las motivaciones son parte del mundo interior, el cual como dijera Sartre, está en necesidad de paz, pues el escritor desde que nace, tiene movida su propia guerra dentro. Entonces, cabría cuestionar ¿qué tal grave es este mal silente, que mas tarde ha de convertirse en expresión necesaria?. Ya dirían otros escritores contemporáneos ante la pregunta, ¿por qué escribe usted?, hurgando en su interior, como Juan Rulfo al responder: “Ignoro por qué escribo, tengo la necesidad de escribir algo que creí haber visto en sueños”. Ante la interrogante Borges, el frustrado Nóbel argentino, apostillaría: “Escribo para responder a una urgencia.” Luego, aduciendo a esta necesidad, Ernesto Sábato nos descubre una confesión ante la pregunta: “Escribo porque me es absolutamente necesario, de otro modo podría morir de tristeza. He escrito en mi vida porque si no me moría, obedeciendo a impulsos muy profundos y oscuros, tan profundos y oscuros como los que producen los sueños y las pesadillas.”

De este modo, si las imposiciones del medio ambiente inferior lograran contener la pluma de estos hombres truncándolos, acabarían por descubrir su cojera literaria en cualquier otra actividad de sus vidas, su fracaso no hallaría paz, puesto que por intrínsecas convicciones, por vocación y necesidad les sería imposible determinar el sino de sus vidas.

Es claro, entre los mismos escritores las diferencias son marcadas, habríamos de pensar en las mil maneras que diferentes personas habrían de definir un mismo paisaje, puesto que la psiquis de cada escritor es una expresión de la realidad.

José Ingenieros, distingue 4 grandes tipos mentales simples de escritores: los observadores, los analistas, los soñadores y los sintetizadores; no obstante estos tipos mentales no se observan jamás en estado de pureza; puesto que ningún escritor es exclusivamente receptor de imágenes, analizador de impresiones, forjador de fantasías o generalizador consuetudinario. Por tanto, estos cuatro tipos de actividad mental coexisten en todos los escritores.

Entonces, si nosotros enamorados de la pluma debiéramos preguntarnos una vez más sobre el porqué de tal propensión, miremos dentro antes de responder y sabremos descubrir como en lago prístino, la verdad que nos impele a escribir. Acaso seamos canal, como algunos quisieran aseverar arbitrariamente y quienes por medio de cierta inducción, estemos a merced de ejecutar un contenido, cuya traducción llevemos a cabo en el rapto silente de nuestro magín.

18 de febreo, 2008.
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02
Ene
10

VIENTO DEL OLVIDO


VIENTO DEL OLVIDO
(Manuel Scorza)

Como a todas las muchachas del mundo,
también a ella, tejiéronla en sus sueños,
los hombres que la amaban.
Y yo la amaba.
Pudo ser para otros un rostro
que el viento del olvido borra
a cada instante.
Pudo ser,
pero yo la amaba.
Yo veía las cosas más sencillas
volverse misteriosas
cuando ella las tocaba.
Porque las estrellas de la noche
ella con sus manos las sembraba!
Los días de esmeralda,
los pájaros tranquilos,
los rocíos azules,
Ella los Creaba!
Yo me emocionaba con sólo
verla pisar la hierba
Ah si tus ojos
me miraran todavía!
esta noche no tendría
tanta noche.
Esta noche caería
sin mojarme
Por que la lluvia
no empapa a los que
se pierden en el bosque
de sus sueños relucientes,
y sus días no terminan
y son sus noches
transparentes.
Dónde estás ahora?
En qué ciudad,
en qué penumbra
en cuál bosque
te desconocen
las luciérnagas?
Tal vez mientras escribo,
estas en un suburbio, sola,
inerme, abandonada…
Abandonada, no!
En tu ausencia mi corazón
todas las tardes muere.

15 de febrero.

02
Ene
10

HUIR A NINGUNA PARTE


HUIR A NINGUNA PARTE
(Por: Gina Martínez-Vargas Araníbar.)

Me he preguntado muchas veces que es lo que nos hace permanecer tanto tiempo ligados a las cosas o a las apariencias, por qué las cosas materiales finalmente duran más que la vida misma del ser humano. Viendo fotos o recuerdos de seres queridos que ya no están entre nosotros, descubro una vez más lo intrascendente de lo que no lo es. ¿Por qué se hace más patente después?, después de vivir las alegrías, después de experimentar el tiempo, el dolor, la pérdida, la ausencia.

De nada serviría revelarnos como Omar Kayham, el poeta persa, contra nuestro destino existencial o nuestro Dios o Creador, mortalmente heridos por el vacío existencial y propulsados por el vino, como le ocurrió al poeta, volcados tal vez en la escritura de aquellos sus poemas rebeldes e ir desgajando poema tras poema, embriaguez tras embriaguez, su vacío existencial. Comprendemos a Sartre, cuando expresa su espanto y profunda sensación de «haber sido echado al mundo» y tener que arreglársela. Fiel postulado existencialista.

Sin embargo, si huir parece ser el destino del ser humano y de pequeños nos perdemos en la fantasía, de mayores de un modo conciente o inconciente evadimos, buscando perdernos de nuestra realidad, entre los dédalos citadinos, los cines, los bares, la televisión, el ordenador, los viajes, los vicios superfluos, adicciones deliberadas, el tabaco, las malas compañías, drogas, emociones fuertes, repertorio de artilugios por un afán distractivo, que nos lleve a perdernos lejos de nosotros mismos.

Baudelaire, nos dice lo siguiente: «Han ido allí con ilusión de empezar una nueva vida, sí, pero con el secreto deseo de dejar atrás una sombra de sí mismos, demasiado estrecha y opresiva», no obstante concluye, sólo nos enfrentamos de veras a una cosa, la imposibilidad de huir.

Si para Sören Kierkegäärd, la angustia es la imposibilidad del intento, ante la realidad de escapar, podemos decir, el ser humano es experto en intentos y fracasos y sus subterfugios son cada vez mucho más sofisticados y van mucho más allá de la simple cultura del entretenimiento, por denominarlo de algún modo. La necesidad hedonista o de una búsqueda del placer en sí mismo, el ir de compras, el hacernos regalos a nosotros mismos, el ir a gimnasios, el permitirnos comer algo prohibido y la búsqueda exacerbada de la llamada «hormona de la felicidad», la beta endorfina, elemento natural contra cualquier frustración de nuestro tiempo de evasiones.

Siendo proclives al deseo Universal de huida, intentamos huir del hombre viejo o del pasado y nos encaminamos quizás hacia la búsqueda del hombre nuevo y deseado, quizás hacia nuestra memoria genética o tal vez hacia un deseo de huir hacia ninguna parte.

15 de febrero, 2008

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02
Ene
10

OMAR KHAYYÁN Y EL ABSURDO DE EXISTIR


OMAR KHAYYÁN Y EL ABSURDO DE EXISTIR
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Durante siglos el hombre se interrogó sobre cuestiones que aún en nuestros días no han sido resueltas. Estos asuntos trascendentes, seguirán de seguro, siendo motivo de honda reflexión en la vida del hombre. Nadie ha logrado responder tres puntos básicos: quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Es muy posible que ciertos teólogos hayan intentado dar luces sobre estas interrogantes vitales del hombre, pero siempre las respuestas se han circunscrito a los diferentes cultos y religiones, razón por la que el hombre ha tenido la necesidad de aferrarse a alguna de estas teorías religiosas y particulares, sin llegar jamás a descubrir la respuesta cósmica y trascendental de la vida.

Omar Khayyán, iraní nacido en Nasipur en el año 1040, tampoco llegó a saber esta gran verdad sobre el hombre y es justamente por ello, que a pesar de los siglos, el tiempo y la distancia, podemos sentirlo en nuestro palpitar y repetirnos en sus interrogantes. Pero, cuando el hombre es porque sí y ninguna otra preocupación que la cotidiana, perturba su ser en lo más profundo, es cuando ello puede ser motivo de preocupación, pues a diferencia de un simple y pequeño gusano de tierra, estúpido acéfalo, el hombre se ganó el lugar primero en la evolución de las especies más complejas y desarrolladas, por su capacidad pensante. Cuando en la vida de un hombre, como la del gran poeta Omar Khayyán, la existencia es una razón por resolver y una serie de motivos por descubrir, se está frente al pro-hombre, al hombre cósmico y universal que vá en pos de las causas últimas y primeras del enigma de todos los tiempos: la vida, Dios, el hombre.

Este eximio poeta, tomó como punto de partida para su obra “Las Rubaiatas”, cuestiones primordiales como, la tristeza de haber nacido, lo efímero de la vida, con el aniquilamiento final de todo y nuestro ineludible sometimiento al destino que es la vida. Temas que son un leit motif, entre las muchas y profundas reflexiones que se plantea. Su obra, marcada de una gran filosofía existencial, está llena de matices profundos y enriquecedores.

Exegetas como Haskell Dole y Heron-Allen que han analizado al poeta, no han logrado definir si éste fue cabalmente un hedonista o un místico, lo cierto es que la estela fulgurante de Khayyán, es contrariamente a lo que pensara el poeta, imperecedera; aún nos puede esclarecer esos sombríos y pesarosos pensamientos, en la hora mágica de nuestra reflexión, junto a una copa de vino, como solía hacerlo el poeta antes de cada verso.

Habrá quienes tachen a Khayyán de procaz y blasfemo, otros de epigramático y controvertido, pero quien no ha interrogado a Dios alguna vez, quien no le ha dirigido un “por qué” en el dolor o quien no se ha sentido ridículo ante interrogantes sin respuesta. Se puede advertir en Omar Khayyán, un hombre a veces vencido por la desesperanza y la incertidumbre, otras mordaz, indómito y humano.

Para el poeta, el hecho de jamás haber venido al mundo hubiese sido mejor y a menudo se interroga sobre este punto. En su poema, Rub. 74 dice:

Más feliz aún
Y más tranquilo viviría
Aquél cuya madre no lo ha parido
Aquel que no ha nacido.

En un fragmento de su Rub.2 se refiere al destino del vivir y el morir, en la que describe con amargura:

En el pasado,
Jugábamos despreocupadamente
en las candilejas de la vida

Hoy seremos llevados,
unos tras otros
en el féretro de la nada.

Aborda sobre el mismo punto en su Rub. 11, 18, 23, 161.

Es Khayyán, indudablemente un poeta que trasluce una obra netamente existencialista y cósmica, tiene ese sentido gravitante del hombre en la búsqueda de sí mismo y de su razón de ser en la vida. Su expresión profundamente existencialista está contenida en su Rub. 18, es sin duda el eco de cuanto nos hubiesen dicho figuras como Heine, Goethe y Kierkegäard en el momento de debatir sobre el sentido del hombre en el mundo.

Arrojado a este mundo,
por sus caminos andamos perplejos,
desconcertados y aturdidos,
deshechos en la mayor confusión:

Nos han traído a la existencia
contrariando nuestro libre albredrío…
Igualmente forzados
partimos,
sin que, para eso
hayan pedido
nuestro consentimiento.

En fin,
no comprendemos
ni el porque del viaje,
ni la razón de la próxima partida…

¡He aquí un amargo razonamiento sobre la existencia!.
Hay en este sensible poeta un deje de desamparo y soledad; empero, la mujer y el amor carnal, no se constituyeron en estro en su obra. Aunque se sabe que no tuvo hijos y jamás se casó, tuvo una sola compañera fiel inseparable: una botella de vino, constante y leal confidente del vate. En ella halló un único consuelo a su ya irremediable desdicha de existir y vislumbrar con innata clarividencia el destino del hombre. En un fragmento de su Rub. 58, expresa:

La vida,
yo no la soportaría
si no existiera el vino
agrio, rosado y límpido.

Así prosigue el poeta loando el éxtasis de la dulce embriaguez que le prodiga el vino, color del rubí, en sus Rub. 71, 149, 150 y otras.

Al evocar a este egregio personaje, hay una voz que me dice desde muy dentro: “poeta Khayyán, estas en mi y aunque hoy seas polvo y yo lo sea mañana, estas en mis pensamientos hoy, como estuve en los tuyos ayer; ya ni el tiempo inextricable, ni el vacío del espacio insondable, nos separarán jamás, porque eres hombre y soy humana”.

 15 de febrero, 2008
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02
Ene
10

DIFERENCIAS AFORTUNADAS


 

DIFERENCIAS AFORTUNADAS
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Mi mente a la deriva ha llegado a pensar la otra tarde, mientras esperábamos Marco y yo sentados en una banca, calentarnos un poco, con el sol de este ominoso invierno, lo poco que de la Oveja Dolly tenemos predestinado.

Sí, señores, cómo no, cada cual a su perfección y sus afeites, como seres únicos y singulares del universo.

Mi status quo tranquilo y silencioso ha aprendido quizás de mis horas de meditación o penitencia, acercarme hacia lo sublime, y mientras quedaba en esa maravillosa inconciencia, a medida que el sol me calentaba o lo intentaba, Marco, mi perro, parecía igualmente arrobado, la naturaleza circundante y su efecto narcótico tuvieron a bien devolverme hacia la naturaleza de la vida, a ese aro fortuito por donde circundan los planetas, propiciando en mi una feliz quietud de espectadora de la vida.

Hoy me dio por ponerme el traje de filosofastro y pensar bajo el mismo sol que inspirara a Platón, Aristóteles y a Sócrates, mi poca y escasa exclusividad. Pensar acaso en lo que dijera Eclesiastés: “No existe nada nuevo bajo el Sol”. Sí pues, ha través del tiempo pareciera que ya todo fue vivido, pensado, sufrido, inspirado. Sin embargo, el tiempo no ha pasado, hemos pasado los hombres.

Conciente de la celeridad de nuestra inconciencia por detentar casi de todo lo perecedero, por nuestra eficaz vocación de procrastinar, curiosa palabrita venida del latín. Sí procrastinamos, postergando a menudo situaciones y actividades que debemos atender y dejamos normalmente por otras más irrelevantes u agradables.

Pero sí, aunque no lo creas, pese al mismo sol que nos alumbra, las mismas necesidades de subsistencia, los mismos goces que nos den placeres y hasta las mismas sombras que nos den dolores, poco o nada tendremos de la Oveja Dolly, no somos tan clónicos, tus diferencias y las mías saltan a la vista, podrias amar lo que yo detesto y podría llegar a emocionarme lo que no te dice nada y por eso mismo empezar a saber que ya somos diferentes, aunque tu corazón esté latiendo junto al mío y existan mil cosas afines que nos acerquen, incluido el mismo mar y el amor, que nos anclen en el tiempo y el espacio gratamente y para siempre. Pero ello mismo es lo sagrado, lo bello de los seres. Que tu contralto toque mi bajo, parece una lisura eufemística y deliberadamente dicha, pero es muy cierto. El Tempus diferente de nuestros nervios y paciencia, la virtud de nuestros particulares Stradivarius.

Las cosas diferentes tienden a complementarse, (pensar 3 segundos en esto antes de desecharlo). ¿Por qué para sonar una música y llegar a ser perfecta necesita de los bajos y los altos?, no será casualidad que juntando los arpegios y convirtiendo todo ello en el todo, surja lo divino: La Creación, equivalente a algún parto con dolor. Un proceso de creación es normalmente complicado y arduo, dependerá de lo iluminado que esté uno, más la conjunción de todas las partes implicadas.

Paloma, el personaje de la novela que estoy leyendo dice en sus reflexiones: “Si hay algo que los pobres detestan, es a los otros pobres”. Y por aquí empiezo yo a entenderte mejor, yo no soy pobre, tampoco creo que lo seas, pero no poseo esa buena chequera y tampoco doy siquiera la esperanza de tenerla —por suerte— . Esa es mi verdad, con esta mi franqueza se es capaz de ahuyentar hasta a tus animales de compañía. Mi gato en exceso sibarita, si lo supiera, si ya en sus arduos afanes intelectuales, intuyera que alguna vez lo tendré que privar de su menú favorito, con gusto me esquivaría, y en vez de afanarse en seguir siendo el holgazán decorativo de esta casa o en seguir aprendiendo eficazmente el castellano, empezaría por buscarse empleo para mantenerme o tener que buscarse sus potajes favoritos, en el peor de los casos ignorarme y ni mirarme. Si, te comprendo… ahuyentemos entonces a tu modo, a los pobres y de espectativas tan poco promisorias como la mía. “El Mundo es Ancho y Ajeno” lo dijo Ciro Alegría, escritor peruano. Yo también empecé a sentir que me habías convertido en extraña y en ajena, ¿qué le vamos a hacer?, nunca supe tu verdad, en cambio preferiste esgrimir aquello de lo diferentes de los dos. Sí, y por suerte lo somos y me alegra más si cabe el comprobar, lo que explicaba antes, que ello quiere decir que somos pura “dinamita”, que podría haber un gran Tempus entre los altos y los bajos y surgir así una gran obra Maestra. La fusión es lo nuestro y yo ya te llevo en mi.

¿Qué esperarías, que me siga pareciendo más a la música?, ósea que mi blanca sea equivalente a dos negras y esas dos negras a 4 corcheas?, de momento, no lo sé, el espíritu de la música tendrá que cuajar quizás más dentro de mi.

Así pues, con lo poco predestinados que estamos a parecernos a la Oveja Dolly y a no ser dos clónicos tú y yo, me alegro de no ser Robocob y de tener aún sangre en mis venas.

12 de febrero, 2008.

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02
Ene
10

JUEGOS ADULTOS DE PODER


JUEGOS ADULTOS DE PODER
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Algunas personas risueñas y celestes como yo, no logramos comprender a ciertos adultos faltos de sentido del humor, que prefieren quedarse en el papel de gruñones y amargados aburridos de sí mismos. Si bien es cierto, basta con tomarse muy en serio a sí mismo, como para manifestar el lado oscuro y feo de esta vida.

Yo, que no aspiro a envejecer por nada y estoy a punto de fraguar un pacto con el Fausto, para permanecer felíz, orondamente bien y peligrosamente pecadora; he previsto que a lo sumo dentro de unos pocos meses más, ligaré muchísimo más que una diva, sin menos preciar mis atributos y sacándoles partido a más no poder, sin olvidar mis años u edad cronológica, que no son pocos y tampoco demasiados, aunque sin evidenciarlos, porque sonriendo siempre como en los anuncios de Signal, me perpetuaré cual estatua de cera en el Madame Toussaint, tan joven y agradecida de seguir dando caña y malestar a los gruñones. Si me perdonáis, ralentizaré los años leyéndome unos Manga de Taniguchi o los de Anno Moyoko, mientras tanto.

Por fortuna persiste aquello de lo que puede haber de buena en mi, y de la adolescente gamberra y picarona que siempre fui. Y si loarse a sí misma es pecado, yo renuncio, yo quiero transgredir esa norma, que para eso estoy, ¿en qué estábamos?, sí, de poseer yo un no sé qué irresistible de lo más peculiar, si lo mejor de mi está en mi lado vago, bohemio y juguetón, y como no, en mi sonrisa socarrona y a medias , que a menudo te saca a ti de quicio y exaspera, porque crees que igual no paro mientes, que mi ADD, o Síndrome de Déficit de Atención, ahuyentan de mi toda la gravedad y el coraje con que tú me explicas tu razonamiento sesudo y concentrado, cual un café cargado de razón y amargura. Yo pues en cambio prefiero una chocolatina blanca y seguir sonriéndome o tomarme un buen vaso de Neskuick, como en los años del Colegio. Sí, perdonarás cariño, pero esto no es lo del método Socrático que te conté el otro día y a ti te pareció una verdadera m… memés, porque crees que me burlo de ti cuando lo aplico, vamos hombre, como si analizando la ironía Socrática, no tuviera los ingredientes de ser casi una burla fina, ¿a qué si?, lo sé, si al final terminaría dándote la razón, pero vamos, no es así. Lo del método socrático o la Mayéutica, se hizo para llegar a aclararnos con nosotros mismos, para descubrir esa verdad tan anhelada y recóndita a punto de iluminarse, era un método filosófico que daba sus frutos, como no lo dudo yo, los seguirá dando si lo usamos tú y yo, ese era el kid del asunto, que al deslumbrarnos despertáramos quizás o nos echáramos a reír de pronto .Ese es el sentimiento extraño del absurdo.

Si no eres tú, qué va, soy yo, es mi talante. El otro día mi hermana y yo nos enfrascamos en razonamientos acuáticos más o menos propios del submarinismo filosófico, en los cuales colegimos que a pesar de la base 4 —que nos interesa un rábano—, nosotras no éramos adultas, no te creas, no nos echamos a llorar, no cogimos el teléfono para pedir una cita con alguna psiquiatra, no, aquello habría sido un craso error. Lo mejor, hicimos de psicoanalistas las dos y descubrimos que sí llevábamos la génesis de ser dos mujeres libres, igual habíamos optado por desmarcarnos y romper los moldes prefabricados, por ejemplo al no desear tener hijos y proseguir nuestra aventura y redescubrimiento particular en solitario y con excesiva paz interior sobre todo. Pues sí, aunque no sepamos ni fumar, ni adoptar esas poses de mujer fatal a lo Greta Garbo o Sharon Stone. Hay días en que ella y yo hacemos de mayores, nos sentimos como disfrazadas evidentemente y con cierto aire de incómoda sofisticación. Ella me decía el otro día, de vestirnos como “señoritas”, como si siguiéramos jugando siempre a las muñecas y en el atuendo externo estuviera el representarnos como tales, serias, formales…Tikis mikis quizás, pero por favor malhumoradas y gruñonas…no. Sonrisas de Signal y pa lante, a morder esa chocolatina dulce que el mundo sigue girando todavía y la eternidad se nos escapa, o a morder esa manzana —que no es lo mismo— si al final siempre nos verán como pecadoras, si transgredir la norma nos convierte en eso. Tipas como nosotras ya no nacen, se rompió el molde.

Seguro sí tendría que apelar a tu indulgencia, de ser alguien comprometido con el mundo y con la vida, además de ser un adulto casi formal y gruñón —a no dudarlo—, para decirte que yo no soy más que una chiquilla, que juega a dárselas de adulta y que no obstante vive la vida a conciencia a pesar de los locos desatinos de seguir amándote y que en verdad sabe poco o casi nada de los juegos adultos de poder y de gruñir menos, claro está.

09 de febrero, 2008.

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02
Ene
10

LA ÚLTIMA NIEVE PIRENAICA


LA ÚLTIMA NIEVE PIRENAICA
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

El último reducto de mi imaginarium me llevó hacia lo ignoto. El tiempo estaba perdido fuera de mi ventana —como perdidas y errantes tu voz y la mía— gotitas de lluvia pugnaban por caer sin terminar por decidirse. A lo lejos veo pintadas de azul las montañas nevadas de los pirineos, su perpetuidad blanca no es lo que era, pues en otoño parecen diluirse sus marmóreos pálidos, a favor de tonalidades lilas o marrones, pero es extraño, como todo ahora, será el cambio climático o mis últimas mudanzas, lo que desconcierta al personal que me mira de reojo, y ni a mis hermanos, a quienes les ha dado por llorarme o reconocerme con una cierta dificultad últimamente, quizás porque me vestí de rojo como Mefistófeles, una forma más de huir para evadirnos tú y yo del tráfago citadino y quedar en la molicie.

Es febrero, me encandilan aún sus sucintas algas, van quebrando mis anhelos, trepando hacia mis piernas, tengo frío, un frío que congela. Bajo el agua vacía me he quedado tumbada, en aquel cauce cual lecho de rosas, gracias a ti, sí; descubriendo la palabra de Muriel Barbery, esa chica marroquí de Casablanca, es tan joven he pensado, enhorabuena, está su vena creativa, un ingenio realista y crudo, de aquellas cosas cotidianas que suceden a diario y nadie comprende, ni se empeña en comprender. El libro no es de amor, ni de celos, tampoco de tristezas ordinarias, ellas son dos seres inteligentes y naturales, como una flor silvestre; la crueldad de una vida simple, una portera, una niña genio, y un secreto. “La Elegancia del Erizo” ha tenido buenas críticas y le hallo un sabor de marzo, cercano a primavera. Por suerte no es el libro que robé la otra noche del Carrefour, aquel costaba cinco euros y quise presumir de mis dotes de ladrona, a falta de talento para robar corazones.

Estoy sola, nada mejor que la soledad elegida, es mi salsa, estoy de suerte. Desbarato y compongo este desierto. Aún me quedan el frío de este invierno, las salidas nocturnas, porque no existo en las mañanas, los recorridos pedestres con mi niño, el camino hacia la fuente, algún pretexto fácil para encontrarme con los árboles y abrazarlos como antes. Aún me niego a aceptar esas invitaciones para frecuentar locales nocturnos de Barcelona, tomar copas o bailar, hay tantos corazones solitarios y desasosiego, me he dicho; me detendré a mirarme en la consola, a presumir conmigo misma de ser fuerte y aguantar, quien sabe si para seguir creyéndome poco adulta y continuar con mis torpezas de ser aún una “enfant terrible“ y peligrosa del Underground, correr o seguir corriendo por la proeza de conseguir besar tu boca.

Me quedan si las madrugadas y esas noches en blanco, para trabajar en los trabajos que no reportan dinero, ni te puedan aliviar, y por lo cual tu y yo seremos eternamente diferentes, para pensar en los pensamientos a los que sucumbieron Plinio, Aberroes o Pascal. Disfrutar del “dulce far niente”, porque sí, para nada o enmudecer con las lágrimas que me provoque el Spleen de un vino tinto y añejo. Dormirme cansada abrazando a Giovanni Papini, o a Guy de Maupassant, siéndole infiel a Colette, para mañana seducir a Carson Mac Cullers y bailar con ella hasta el amanecer, en la habitación contigua y cerrada que habitaba mi hermana y en donde me suelo quedar yo desde hace un año, hablándole de mi, de ti, de lo que fuimos o pudimos ser, al compás del saxo dulce y melancólico del Gato Barbieri cuando suene el Smooth Jazz, o me invite ella de su café triste y otros cuentos, para noctámbulas como yo y hagamos migas hasta caer rendida y volver a perderla en cada amanecer.

No lo sé, está el mundo, el FNAC, para buscarme un libro y seguir con mis veleidades y amoríos literarios. Está Friskie, para seguir practicando el castellano, mis pies para tocar tus algas trepadoras, el veneno que me tomé y me quitará la sed, siempre yo para mimarte o quedarme como esas gotas de lluvia afuera, en la intemperie, trepidante,… sin terminar de caer.

6 de febrero, 2008

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02
Ene
10

ELEGÍA DE LOS DESCONOCIDOS


ELEGÍA DE LOS DESCONOCIDOS
(Manuel Scorza)

Ya no nos conocemos, ya no nos entendemos,
¿qué pasa?.
¡Oh, desconocida!.
Nuestro amor como los árboles daba pájaros.
¿Qué está pasando?
Azules éramos. ¿Qué ha pasado?.
El viento del mar desesperado
agita pañuelos de musgo en las esquinas,
me voy.

Pañuelos de llorar: mejor me voy.

Al atardecer los pájaros también se van,
Viajan a las torres buscando picos tiernos,

A los reptiles, yo
al fondo del agua a vivir ardiendo.

Porque para esta sed el agua está vacía,
vacía está el agua para mi corazón.

30 de enero, 2008

02
Ene
10

SERENATA


SERENATA
(Manuel Scorza)

Ibamos a vivir toda la vida juntos.
Ibamos a morir toda la muerte juntos
adiós.
No sé si sabes lo que quiere decir adiós,
adiós quiere decir ya no mirarse nunca, vivir entre otras gentes,
reirse entre otras cosas,
morirse de otras penas.
Adiós es separarse ¿entiendes?, separarse,
olvidando, como traje inútil la juventud.

Ibamos a hacer tantas cosas juntos
ahora tenemos otras citas.
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.

La lluvia que te moja me deja seco a mi.
Está bien, adiós.
Contra el viento, el poeta nada puede.
A la hora en que parten los adioses,
el poeta sólo quiere pedirle a las golondrinas
que vuelen sin cesar sobre su sueño.

30 enero 2008

02
Ene
10

SOBRE MI


Hola:

 Me encanta la escritura, la literatura, las artes, los viajes, la música, lo utópico quizás, lo bucólico, el sentido profudo de la vida, el desarrollo espiritual, el silencio, la reflexión, filosofar, leer (cómo no), el conocimiento, las conversaciones, mirar, observar mucho…Aprender. Imaginar o creer que la especie humana es mucho mejor de lo que se supone o parece, pero claro, pocos creen en ello. Soy especialista desbaratando esquemas, soy un espíritu libre que no desea encasillarse ni estar presa de nada. Soy Vegana, porque no deseo infringir dolor a nadie, creo que un ser humano se puede alimentar muy bien sin derramar más sangre, quiero a los animales como a hermanos menores y pretendo respetarles la vida o estoy a favor de eso. Estoy en este mundo para aprender de todos, puesto que no he terminado de aprender y me falta mucho. Lo bueno de esta vida es poder interactuar e intercambiar opiniones, vivencias, impresiones y llegar a enriquecerse mutuamente. Como alguien interesada en el desarrollo interior, espiritual y evolutivo, creo que no somos los únicos seres vivos en el Universo. Gracias por leerme y por su valioso tiempo.

Saludos desde Barcelona, España.

Gina

02
Ene
10

EN BUSCA DE PROUST


EN BUSCA DE PROUST
(Por Gina Martínez-Vargas Araníbar)

Hace exactamente 21 años que escribí este artículo que se publicó en el diario «La Industria» de la ciudad de Trujillo, Perú. Era un 22 de noviembre de 1987. Algunas alusiones son relativas a ese año y época. Por entonces había deseado encontrarme fervientemente con Marcel Proust, al parecer llegó a mi vida y se quedó conmigo para siempre.

Desde mi primer encuentro con Proust quedé impresionada. Llenó de pronto las expectativas que precedieron a la motivación con la que iba premunida a encontrarlo. Leí con fruición y deleite, mas de una vez su producción y admiré sinceramente al más destacado y excepcional novelista del siglo XX, como lo diera en llamar en 1978 la influyente revista colombiana «Cromos», clasificándolo en una encuesta como el número uno entre diez connotados escritores de este siglo.

Hoy al conmemorarse los 65 años de su muerte. Justo es rememorar como homenaje al hombre que habiendo disfrutado de una vida plácida y mundana se sintiera víctima de su propia angustia y de aquella débil constitución enfermiza, que lo apartó más tarde del común de las gentes, con ese estigma morboso propio de los artistas que van dejando en su obra, su propia vida preñada de luces y de sombras.
Al escritor, por destacarse en él el genio sui generis, como pocos que brillaron en el firmamento de las letras.

SU VIDA Y PROYECCIÓN

Marcel Proust nace en París el año 1871. Fue hijo del médico Adrien Proust, quien ocupaba una importante posición en el Ministerio de Salud. Su madre Madame Weil, perteneció a una familia acomodada de judíos franceses.

Marcel Proust padeció de asma desde su infancia. Se cree que este mal tuvo en él causas psicosomáticas, así como su manifiesta hipersensibilidad.
La imagen materna fue un elemento preponderante en su existencia, hasta el extremo de creerse que fue un ser incapaz de amar a ninguna otra mujer, hecho que más tarde lo llevara al conflicto de personalidad.

Proust llevó una vida plácida y burguesa, cerca de Chartes. En su casa de campo de Illiers, a la sombra de una tradicional vida francesa de provincia, de cuya época conservó los peculiares matices que volcaría más tarde en sus escritos. A Illiers, la encubrió con el nombre ficticio de Combray y en su obra «En Busca del Tiempo Perdido», expresa un marcado arraigo hacia su infancia, la cual prolonga no exenta de placer en sus escritos, lindante no obstante, con morbosos y profundos sentimientos de angustia y desamparo y una larga cadena de sucesos de su vida adulta, descritos con una prosa barroca y un gran despliegue de imágenes-recuerdo con transposiciones novelescas; la finura de su análisis, no exento de un epicureismo amanerado, íntimo y subjetivo, con evocaciones oníricas, mezcla de dolores tortuosos y belleza de sensaciones asociadas a elementos simbólicos, caprichosos y argumentales.

La extensión de su obra, es para el autor como una mirada vuelta hacia atrás con añoranza a contemplar su vida y vuelta a vivir en todos sus matices, como aquel que se sumerge en la claridad del subconsciente para interpretar el significado de su propia existencia, sus símbolos, sus verdades, sus mutaciones heterogéneas, para «volver a encontrar» aquello que inevitablemente el tiempo pretende desvanecer. Es pues excepcional el lenguaje nuevo que utiliza, la síntesis, las metáforas y la sintaxis retorcida en una prosa que hace el deleite del lector, incitando a descubrir el sentido recóndito de las cosas y la vida. Una mirada vuelta, plagada de nostalgia, de raptos de ensoñación que atrapan una sustancia volátil y fugitiva, que se resuelve en un filosofar, monológico, personal y subjetivo que transmite e inevitablemente trasunta a seguirlo hacia un universo sutilmente elaborado por el esfuerzo de la memorización, cuyos hilos van formando una urdimbre admirable de sucesos que se concatenan magistralmente.

Se remite a circunstancias biográficas, sus propias evoluciones y al mundo íntimo y social al que estuvo unido, sus placeres, sus deslumbramientos, que superan la narración de lo cotidiano, sugieren en cambio un acercamiento hacia lo poético, en un lenguaje rico y armonioso. Proust se revela como un escritor de lo recóndito, va profundamente al psicoanálisis cuando describe aspectos y manías de sus personajes, lo hace como al descuido aún en circunstancias banales, sin negligir el lenguaje sutil y depurado de un artista. Es posible que con la habilidad de su pluma haya logrado metamorfosear ciertos aspectos de la realidad autobiográfica, puesto que su naturaleza era la de un hombre idealista de fecunda imaginación.

En sus obras expresa lisonjas ditirámbicas a personajes por los cuales sintió genuina admiración, los que se encuentran discretamente encubiertos por otros nombres, tal es el caso del ex poeta parnasiano Anatole Thibaut mas conocido como Anatole France y una mezcla de Alphonse Darlu en la figura de su Bergotte, otras tantas veces se complace en finas ironías ante las debilidades de sus personajes, como en el caso de Swann o las maneras afectadas de alguna noble dama francesa, audaz y extravagante.

La figura de Gilbert Swann fue inspirada en su primer amor Marie de Barnardaki, cuyos devaneos están prodigiosamente escritos en su novela «A la Sombra de Las Muchachas en Flor».

Los recuerdos de su niñez adquieren relevante importancia y los recuerdos de su madre no lo abandonan jamás, su apego morboso a ésta, sus luchas y nostalgias interiores al tener que prescindir de su presencia, que él mismo describiría en un pasaje: «Y después de cenar, ¡ay!, tenía que separarme de mamá, que se quedaba hablando con los otros, en el jardín, si hacía buen tiempo, o en la salida donde todos se refugiaban si el tiempo era malo. Todos menos mi abuela, que opinaba que «en el campo es una pena estarse encerrado» y sostenía constantes discusiones con mi padre, los días que llovía mucho, porque me mandaba a leer a mi cuarto…». Su madre constituía una gran parte de aquel universo que lo envolvía hasta el extremo de no poder conciliar el sueño si antes su madre no le había dado el beso de las buenas noches. El narra: «pero fui yo la única persona en casa para quien la visita de Swann llegó a ser objeto de una penosa preocupación y es que las noches en que había algún extraño, aunque sólo fuera el señor Swann, mamá no subía a mi cuarto. Yo no me sentaba a cenar a la mesa…tenía que subir a acostarme, ese beso precioso y frágil que de costumbre mamá me confiaba cuando yo estaba ya en la cama, había que transportarlo entonces desde el comedor a mi alcoba y guardarle todo el rato que tardara en desnudarme, sin que se quebrara su dulzor, sin que su virtud volátil se difundiera y se evaporara y justamente aquellas noches en que yo deseaba recibirle…»

Las circunstancias de muertes (su padre en 1900, su madre en 1905 y su abuela) demuestran etapas importantes en su vida; unido a estos otros hechos, se denota una sensación de pérdida (en las relaciones amorosas). Son sus escritos constantes filosofías en torno a la vida misma. La muerte de su madre lo tocó profundamente, desde entonces decidió permanecer encerrado voluntariamente en su habitación, la cual tapiza con láminas de corcho en las paredes para no ser perturbado por ningún ruido. Esta permanencia solitaria lo lleva a aflorar todo un cúmulo de vivencias que irá plasmando posteriormente en su monumental obra: «En Busca del Tiempo Perdido», ya para esto habría de superar sus frustrantes ideas de estar desprovisto de talento para escribir una buena obra. Él diría: «Me parecía entonces que existía como los demás humanos, que al igual que ellos envejecería y moriría y que entre los hombres pertenecía yo a aquel género de los que no tienen disposiciones para escribir y deseo razonado, renunciaba por siempre a la literatura. Aquel sentimiento inmediato, que yo tenía del vacío de mi pensamiento, prevalecía contra todas las palabras halagüeñas que me pudieran prodigar…Sentí con más pena que nunca carecer de disposiciones para escribir y tener que renunciar para siempre a ser un escritor famoso. La pena que sentía mientras me quedaba solo, soñando a un lado del camino, era tan fuerte, que para no padecerla, mi alma espontáneamente, por una especie de inhibición ante el dolor dejaba por completo de pensar en versos y en novelas, en un porvenir poético que mi falta de talento me vedaba esperar». Pero no obstante aquella idea, ya después de los 40 años de edad, alcanzó renombre con su producción cumbre: «En Busca del Tiempo Perdido».

Proust con el afán de agradar a su padre se matricula en Derecho y Ciencias Políticas, carrera que no prosiguió. Dada su buena posición económica no llegó a ejercer ninguna profesión.

Un dolor en la garganta al volver a casa luego de asistir a la última «soirée» en casa de los Beaumont, se complicó con un fuerte resfriado. Celeste, quien se hacía cargo de él, buscó al doctor Bize, no se creyó nada grave. Más tarde Proust desafiando la fiebre salió a la calle.
Hacia el 10 de noviembre Proust contrajo neumonía y un 18 de noviembre de 1922 se apagaba su vida, siendo asistido en sus últimos momentos por su hermano Robert, el doctor Bize y Celeste Albaret.

Proust nos deja la estela fulgurante de su genio volcada en su bien lograda y prolija producción el perfume de una época que se perpetúa tan lozana y fresca a los 65 años de su desaparición.

SUS OBRAS

Las personas que describe en sus obras forman parte de una sociedad burguesa francesa, que hoy en día puede otorgárseles consideraciones prototípicas de aquella época arraigada a finales del Siglo XIX y a principios del Siglo XX.

Sus experiencias personales y conflictivas las compiló en su obra maestra titulada en francés. «A la Recherche Du Temps Perdu», compuesta de siete volúmenes que fue escribiendo en sus años de encierro voluntario, donde fue sufriendo al mismo tiempo los accesos de un asma que padeció desde niño. Allí sentado en su cama, dedica horas y horas a escribir sus novelas, invirtiendo incluso las horas y el tiempo, puesto que escribía de noche para dormir de día.

La primera de la serie: «Por el Camino de Swann», la cual aparecería desde 1906. El 3 de septiembre, Proust empieza a publicarla por entregas en «Le Fígaro», luego de corregir en febrero el manuscrito, Gallimard lo rechaza, pero gracias a Grasset, es publicado en 1912. En 1917 redacta «El Tiempo Recobrado», la que no vería la luz sino después de su muerte. Hacia finales de 1918 su segunda novela «A la Sombra de las Muchachas en Flor» es publicada por Gallimard, el 21 de diciembre de ese mismo año, esta novela es galardonada con el Premio Goncourt de novela.
El 25 de octubre de 1920 se publica su tercera novela «El Mundo de Guermantes».

El 02 de mayo de 1921 publica «Sodoma y Gomorra», su cuarto volumen en el cual aborda por primera vez el controvertido tema de la homosexualidad. Este mismo año escribe «La Prisionera» y «La Fugitiva», las que serian publicadas póstumas, la primera en 1923 y la segunda en 1925. En 1927 se publicó su obra inédita y póstuma «El Tiempo Recobrado».

OTRAS OBRAS

«Los Placeres y los Días» (1896, ensayos), «Imitaciones Misceláneas» (1919), «Crónicas» (póstuma, 1927), «Jean Santeuil» (Póstuma 1952, novela autobiográfica), «contra Saint Beuve» (póstuma 1954, ensayos). La publicación de su correspondencia completa se ha realizado en 1970.

27 de enero, 2008

02
Ene
10

UN AMOR DIFERENTE


UN AMOR DIFERENTE
Sobre el Diario Intimo: «Et Nunc Manet in Te»
(Por: Gina Martínez-Vargas Araníbar)

He querido escribir este artículo, porque a pesar del tiempo de haber leído «Et Nunc Manet in Te» diario íntimo de André Gide, me dejó pensando en las muchas fórmulas y resoluciones que para el amor, nos reinventamos los humanos, porque dentro de su crudeza, gran sordidez y ser descarnadamente incómodo para la sociedad francesa de entonces, ha quedado vagando en mi mente, por lo que fuera un gran escándalo cuando vio la luz en 1924.

Si bien es cierto, nuestra estrechez de miras y nuestras sociedades pacatas, escrupulosas y no exentas de una gran mojigatería, habrán tenido que influir a no dudarlo, como para que un muchacho homosexual como Andé Gide, tuviera que casarse con una mujer. Él dice que amó a su prima Madelaine Rondeaux desde la adolescencia, que su amor por ella era diferente. No estando dentro de sus íntimas causas y razones para llevar a cabo semejante despropósito, llegar a casarse con ella, para jamás consumar dicho matrimonio, se me antoja ya no tan extraño viniendo de alguien cuya tendencia era clara; pienso en su egoísmo en relación a Madelaine o en su engaño premeditado. Entonces era preciso poder pasar de la censura, evitar las murmuraciones de la comuna de Roque-Baignard en Normandía, posiblemente donde Gide llego a ser alcalde; todo ello, para esconder una identidad, que a todas luces llegaría a salir después.

Si los diarios íntimos son escritos con la secreta razón de ser dados a conocer al mundo algún día, con la anuencia de su creador, el «Corydon» (Si el grano no muere) y «Et Nunc Manet in Te», no lo son menos; allí Gide deseó liberarse de sus miedos, deseó redimirse de cualquier culpa y desazón y contarlo todo, quitarse esa loza pesada de sus sentimientos de culpabilidad o deshonra, emocionarnos si cabe, hablándonos de su gran amor por Madeleine o hacernos partícipes de lo veraces de sus sentimientos por ella, como fuere, no pudo evitar plasmar su tormentosa relación con ella, su beligerancia, sus infidelidades tanto con hombres como con mujeres. También cabe preguntarse otras cuestiones éticas, si el amor por ella era tan grande y sublime, ¿Por qué privó a Madelaine de tener descendencia?, y en cambio, tuvo a su única hija Catherine con otra mujer. Si Madelaine lo amaba tal y como nos lo relata él mismo, porque infligirle tantos dolores. El Diario es cruel, descarnadamente doloroso, una historia de amor en toda regla, bajo las infernales señas de una vida libre y disoluta de su autor, a quien ni sus íntimas y dulces confesiones de amor por Madeleine parecen librar de ser juzgado, por la posteridad.

Sin embargo Gide confiesa: «Cómo hubiese podido yo persuadirla de que ningún rostro femenino, ninguna mirada, ninguna sonrisa, ningún gesto, ninguna inflexión de voz, ninguna gracia podían enamorarme tanto como las suyas?. Pues entonces, ¿por qué le daba de ello, tan precaria prueba?». En otro pasaje de su diario, Gide parece echar acusaciones sobre el yerro de un médico con quien tuvo a bien consultar su caso poco antes de contraer matrimonio con Madelaine cuando narra: «Poco antes de mi matrimonio con Madelaine había resuelto, pues franquearme con un médico, especialista de cierta fama, al que cometí la imprudencia de consultar. Escuchó sonriendo la confesión que le hice, tan cínicamente completa como era posible, y me dijo luego: «Dice usted que, sin embargo, ama a una muchacha; y que vacila en casarse con ella, conociendo sus propios gustos…Cásese. Cásese sin ningún temor. Y pronto reconocerá que todo lo demás sólo existe en su imaginación. Me produce usted el efecto de un hambriento que, hasta ahora, se empeñará en alimentarse de pepinillos.—Cito exactamente sus palabras; ¡como que tengo razón para no olvidarlas!— Cuando esté usted casado, no tardará en comprender lo que es el instinto natural, y espontáneamente volverá a él.» Lo que no tarde en comprender, es hasta qué punto se equivocaba el teórico…El amor me exaltaba, es verdad; pero a despecho de lo que había predicho el médico, no trajo en absoluto, con el matrimonio, una normalización de mis deseos. A lo sumo obtenía de mi la castidad, en un costoso esfuerzo que solo servía para mayor desgarramiento. Corazón y sentidos me descuartizaban.».

Los agravios mutuos entre Madelaine y Gide eran constantes, siempre perpetrados de una forma sutil y premeditada. Si acaso el gran amor que algún día los uniera, había quedado reflejado en las hermosas cartas y correspondencia que el escritor intercambiara con Madelaine desde muy temprana edad y en ellas deseaba él mismo perpetuara su genio, su talento para la escritura, ya con los conflictos constantes y la mutua complacencia en dañarse el uno al otro, tal fin no fue posible, privándonos para siempre de conocer el interesante intercambio epistolar que mantuvieran en su primera juventud, lo cual fue en extremo doloroso para ambos. «Madelaine ha destruido todas mis cartas. Acaba de hacerme esa confesión que me abruma, me ha dicho que lo hizo inmediatamente después de mi partida para Inglaterra. ¡Oh!, muy bien, sé que sufrió atrozmente por mi viaje con Marc; pero, ¿por qué tenía que vengarse en el pasado?…Es lo mejor de mi que desaparece; y que ya no servirá de contrapeso a lo peor. Durante más de treinta años le había dado yo —y le daba todavía— lo mejor de mi mismo…Ya nada me importa, me habría matado sin esfuerzo…Tomo aspirina para tratar de dormir. Pero el dolor me despierta en mitad de la noche y creo enloquecer. «Era lo más precioso que tenía en el mundo» me dijo ella. «Cuando después de tu partida, me encontré a solas en el caserón que abandonabas, sin nadie en quien apoyarme, sin saber ya qué hacer ni cómo vivir…comencé por pensar que sólo morir me restaba. Sí realmente creí que mi corazón cesaba de latir, que me moría. Antes de destruirlas las releí todas, una a una…Y fue entonces cuando agregó: «Era lo más precioso que tenía en el mundo».

Fueron muchos los «castigos» con que Madelaine atormentó a André Gide, ella le impuso sus perentorias condiciones de un modo tácito, para intentar enmendara su camino o siguiera los designios de una vida diferente, que el espíritu del escritor excesivamente libre anhelaba proseguir, no sin carga, desgarro y debilidad, asunto que fue marcando de grietas, distancias y silencios sus vidas. A pesar de ello Gide jamás dejó de expresar su amor por ella. «Nunca desée nada distinto a su amor, a su aprobación, a su estimación. Y desde que me quitó todo esto, he vivido en una especie de oprobio en el que el bien ha perdido su recompensa y la maldad su fealdad, y hasta su aguijón el dolor…»

El pasaje de las manos de Madelaine es en extremo conmovedor, eran unas manos que Gide amaba y admiraba por su belleza, manos que Madelaine empezó a maltratar para herir a Gide, cultivando el jardín y realizando mil cosas increíbles para dañarlas o afearlas. También se encargó de ir regalando a cualquiera las joyas más significativas que Gide le obsequiara, y ella hizo en detrimento de su amor, por impotencia, por creer que ya no podían suponer nada para él, asuntos que resultaban dolorosamente penosos para el escritor y dejó plasmado en su diario íntimo, como un testimonio de sus vidas y su amor.

Barcelona, 27 enero 2008

02
Ene
10

AZUL


AZUL
(Lina Zeron)

Mi amor es azul:

Azul de mar y azul de cielo.
Azul del oleaje que cubre tus playas,
de peces azules que vagan tranquilos
o de mares profundos de inmensos vacíos.

Azul de la flama que incendia las noches,
o azul de los mares cubiertos de nieve.
Azul delirante de intensas caricias
o azul del amor que temprano agoniza
esperando la dicha de tu cuerpo ondulante.




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